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Actualizado: 14 de mayo de 2025


La opinión del prójimo, si no valía, importaba a sus ojos tanto como la misma virtud: temían más al comentario y la maledicencia que a la falta, siendo partidarios acérrimos del refrán que dice: «Pecado ignorado medio perdonado». Con tales ideas no habían de permitir que sus sobrinas viviesen solas. Soledad y Sacramento no parecían hermanas.

Y á Urquiola, impulsivo y brutal, que hablaba de beber sangre por la más leve ofensa, le satisfacía que los partidarios, por exceso de entusiasmo, relacionasen su nacimiento con los veleidosos amoríos del fugitivo rey de las montañas.

He evocado, pues, mis recuerdos, y buscado para completarlos los detalles que han podido suministrarme hombres que lo conocieron en su infancia, que fueron sus partidarios o sus enemigos, que han visto con sus ojos unos hechos, oído otros, y tenido conocimiento exacto de una época o de una situación particular. Aún espero más datos de los que poseo, que ya son numerosos.

En la casa, se atendían lo mismo las peticiones: encontraban igual acogida los partidarios fieles y se hacían idénticos favores, sin que desmayara la influencia en los lugares que don Andrés llamaba «las esferas de la administración pública». Llegó una elección de diputados, y como siempre, Doña Bernarda sacó triunfante al individuo que le designaron desde Madrid.

Los duques de Medina, que tan abiertos partidarios del Emperador se mostraban, más bien por enemigos de la casa de Arcos, su rival, que por adictos á los flamencos, saborearon su triunfo y exigieron á las autoridades ejemplar castigo de los comuneros.

Ya tiene algunos partidarios casi entusiastas, entre los mareantes y los zapateros, a quienes se digna hablar, de tarde en cuando, de Compte, de Büchner y de Lombroso, asegurándoles de pasada que él conoce hasta la última palabra de la ciencia experimental, escoba y azote del viejo mundo teológico y metafísico.

Le daban un millón de pesos, le pagaban los atrasos de toda su gente, y además le permitían que se estableciese en un pueblo, rodeado de sus más seguros partidarios. Lo importante era hacer ver en el extranjero que ya no quedaba ningún insurrecto. Martínez se irritó al enterarse de lo que le regalaban á su antiguo maestro, como si esto representase una injusticia para él.

López, me va usted a hacer un favor muy grande. Usted disponga, señor mío... Pues hace dos meses, la policía registró una casa de la calle de Belén, donde se reunían unos cuantos partidarios de D. Carlos. La policía fue sobornada en aquella ocasión y no prendió a nadie.

A la salida de la villa, en la carretera, más de cien personas le despidieron. Ante aquella manifestación de cariño, don Rosendo se sintió enternecido. ¡Buena suerte! Pongan ustedes telegrama, ¿eh? No se diga que Sarrió queda por debajo de Lancia. Don Rosendo fué estrechando con emoción las manos de sus partidarios.

¿Qué hemos de ser, don Luis? ¿No lo sabe usted?... Nacionalistas; bizkaitarras; partidarios de que el Señorío de Vizcaya vuelva á ser lo que fué, con sus fueros benditos y mucha religión, pero mucha. ¿Quiénes han traído á este país la mala peste de la libertad y todas sus impiedades?

Palabra del Dia

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