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El hombre cristiano se cree autorizado, se cree con poderes, se cree hasta con fuero, para ver lo que puede verse; dejó de quemar al que manifestaba que veia lo que no se habia visto antes; dejó de fabricar tormentos, de aparejar cadalsos y de encender hogueras al altísimo y venerando ministerio de la razon humana; al ministerio de pensar y de decir lo que se habia pensado; al ministerio de medir, y de hacer patente lo que se habia medido, y esto, esto solo explica la incalculable superioridad del mundo moderno sobre el mundo antiguo, la incalculable superioridad del hombre cristiano sobre el hombre de las regiones gentiles y paganas.

El Renacimiento estaba en su apogeo; las auras paganas despertando el amor a la Naturaleza habían ingerido al arte savia nueva, y a los artistas creyentes que representaron con placido y sincero misticismo los relatos de los evangelistas, habían sucedido otros que, inspirándose en los cantos de los poetas gentiles, ponían su genio al servicio del sensualismo clásico, fingiendo en sus obras, con maravillosa potencia imaginativa, fábulas eróticas, hazañas de héroes, pasiones de dioses, desnudeces de mujeres, pero estos pintores, al poner el entendimiento y la mano en la tragedia del Calvario ni aun con la grandiosidad de la composición y la pompa del color, lograban suplir aquella honda y sincera emoción que agitó el alma de los fundadores de las escuelas primitivas.

En virtud de la doctrina de la expiación del pecado por el sufrimiento, y en repudio de las costumbres paganas, el desaseo fue erigido en virtud religiosa, y más tarde Mahoma estableció las abluciones como una práctica religiosa.

Las manos, en que el artista se había esmerado, eran excesivamente pequeñas, y a lo largo del cuerpo caían los pliegues de la túnica, tallada en pliegues rectos, pero duros, mal imitados de las esculturas paganas. Pepe miraba alternativamente a Paz y a la Virgen. ¡Qué diferencia! La verdadera divinidad era aquélla.

Por el contrario, en los instantes de contrición, acusábase a mismo de graves culpas imaginarias; y rememorando las paganas orgías de otro tiempo, sus viejas patrañas de burlador, su afición a las riquezas, su desmedida vanagloria, llegaba a considerarse como un pecador empedernido, como un alma obscura y miserable manchada por toda clase de crímenes.

Por lo general, los enredos de las comedias se traman y complican por lasde expresar la pluma. Tales son las relativas á los desafíos, tan crueles, tan sanguinarias, tan paganas y tan bárbaras. Este ídolo de la venganza se denomina en las comedias el punto de honor, no otra cosa, en verdad, que una reliquia, contraria á la caridad, del paganismo, en oposición directa á las leyes de la cristiandad.

Obró por la Iglesia misma: representóse á Isabel como un caso de conciencia el dejar tantas naciones paganas envueltas en las sombras de la muerte; fuéla demostrado con toda claridad que descubrir el país del oro equivalía al exterminio del turco y á la reconquista de Jerusalén.

Y como la mezcla de tan diversos elementos no pudo menos de introducir muchas novedades en el culto cristiano, no es extraño que también contribuyese á la formación del drama religioso. Esto merece examen más atento. Cuanto en él se dice ha de entenderse principalmente del Oriente, y prueba sin ambajes cuán largo tiempo habían durado las costumbres paganas, no obstante su degeneración.

La sacristía contiene riquezas inmensas en joyas y vasos sagrados, y es prodigiosa la pompa que el clero sevillano despliega en la Semana Santa para el tocado y las vestiduras de la Virgen. ¡Cuántas miserias no serían aliviadas si la Iglesia católica, renunciando á un lujo de ostentacion que ofende la majestad inmaterial y suprema de la Divinidad, y que desvirtúa la noble sencillez del cristianismo, renunciase á las costumbres paganas y consagrase á la enseñanza y la beneficencia los inmensos tesoros improductivos que yacen en las sacristías!

Cuando los misioneros predicaron su religión, condenaron las antiguas supersticiones paganas, pero enseñaron otra nueva superstición más poderosa que la primitiva, no solamente por el prestigio de los nuevos patronos miembros todos de una Corte Celestial organizada como una aristocracia terrenal y encabezada por el mismo Dios Creador del Mundo, sino por usar para comunicarse con su Dios de la misma lengua que el pueblo supone hablada por él, la lengua latina, en la cual los sacerdotes elevan sus preces y entonaban sus cantos.