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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Esta padecía bastante del humor tétrico de su marido. Sin embargo, el misterio adorable que en su ser se efectuaba y el fausto acontecimiento que esperaba con impaciencia manteníanla en un estado de embelesamiento y de éxtasis del cual no era fácil sacarla.
Pero entonces iban ellos por el camino de la verdad i de la justicia. ¿Qué remedio mejor para comenzar el desarraigamiento de los daños que padecia una nacion en donde ninguno de sus naturales era mercader ni fabricante?
Tan volada estaba ya la Bringas y tan grande esfuerzo tenía que hacer para contenerse, que halló preferible cualquier catástrofe doméstica al tormento horroroso que padecía. «Me voy pensaba , no puedo aguantar. Prefiero que mi marido me desprecie y me esclavice, a que esta miserable me escupa la cara como me la está escupiendo».
Miguel, a quien todo aquello cogía de nuevas, y que adoraba a su hermana, no podía sufrirlo con calma: cada vez que le tocaba ser testigo de una de estas escenas, padecía horriblemente y le costaba esfuerzos desesperados el reprimir sus ímpetus y no hacer a la brigadiera alguna áspera advertencia.
Pero lo más table de su cáriz era la afección nerviosa que padecía, pues no pasaban dos minutos sin que hiciese tantos y tan violentos visajes, que sólo por respeto á tan alta persona no se morían de risa los que le miraban. Su vestido era lección ó tratado de economía doméstica.
Y eso que por efecto de sus constantes prodigalidades, padecía con frecuencia serios disgustos en el orden económico; hacía ya bastante tiempo que tenía vendidas o empeñadas las fincas que sus padres le dejaron; esto no le impedía vivir holgadamente y recrearse con el mismo sosiego que si estuviese recién heredado.
Don Víctor se tranquilizó. «Estaba acostumbrado al ataque de su querida esposa; padecía la infeliz, pero no era nada». No pienses en ello, que ya sabes que es lo mejor. Sí, tienes razón; acércate, háblame, siéntate aquí. Don Víctor se sentó sobre la cama y depositó un beso paternal en la frente de su señora esposa. Ella le apretó la cabeza contra su pecho y derramó algunas lágrimas.
Sabe que se le agradece, y quiera Dios dárselo en salud para sí, y para su marido y los nenes». Con palabra nerviosa, afluente y un tanto hiperbólica, aseguró la chulita que no tenía salud; que padecía de unos males extraños, incomprensibles. Pero los llevaba con paciencia, sin cuidarse para nada de su propia persona.
Y sin embargo, á pesar de lo imponente que á veces se volvía aquella voz, tenía siempre algo esencialmente quejumbroso. Había en ella una expresión de angustia, ya leve, ya aguda, el murmullo ó el grito, como quiera concebírsele, de la humanidad sufriente, que brotaba de un corazón que padecía é iba á herir la sensibilidad de los demás corazones.
Las relaciones de nuestra Península con Roma eran demasiado estrechas para que no se nos hiciese familiar el estravío que allí padecia el buen gusto; además, el estilo introducido por la escuela de Herrera habia en cierto modo agotado sus recursos, y se deseaba la novedad.
Palabra del Dia
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