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Actualizado: 12 de junio de 2025


Descubrió en seguida mi cubil, volviendo pertinazmente a él con admirable olfato; pero fuera de que la hojarasca diluviana me ocultaba del todo, el ruido de mi cuerpo estrellándose obsediaba a mi tío, que no buscaba bien, en consecuencia. Fué pues resuelto que yo yacía aplastado en el fondo del pozo, dando entonces principio a lo que llamaríamos mi venganza póstuma.

No te diré si tus airosos brazos Los gajos son de madreselva en flor Si se entreabren para dar abrazos Y al pino añoso visten con amor. Solo diré: «Jamas á tu cabeza Falte la eterna flor de la virtud, Ni la sonrisa falte á tu belleza, Ni al corazon le falte su quietudDE LA HIJA PÓSTUMA DE UN COMPA

Póstuma o no póstuma, tuvo una niña preciosa, a quien dieron en la pila bautismal el mismo nombre que a su madre. El vulgo añadió después al nombre el mismo epíteto, por donde esta niña, que será la principal heroína de nuestra historia, vino a ser apellidada Juanita la Larga.

La fama póstuma, de Montalván, es más bien un apologético que una biografía, en el cual se entretejen algunas noticias biográficas falsas; no menos defectuoso y escaso es lo que nos dice D. Nicolás Antonio en su Biblioteca nova, y Sedano en El Parnaso español, repetido después en forma de extracto por Bouterweck y Díez; Lord Holland, por último, añade nuevos errores á los antiguos en un libro sobre Lope de Vega.

Aquel mundo peligroso, que es maestro en adular todos los vicios de que vive, hizo un recibimiento triunfal al duque de La Tour de Embleuse y le aplaudió su juventud póstuma que salía de la miseria como Lázaro de su tumba. Le probaron que tenía veinte años y él intentó probárselo a mismo.

De poder reanimarse el cadáver, de seguro que gritaría algo subversivo contra la sociedad injusta, contra los hombres crueles, pidiendo destrucción y venganza, para tenderse de nuevo en el féretro tras esta póstuma confesión del engaño de su vida. Cerca del ataúd hablaban algunos de sus compañeros de trabajo.

III, cap. 2.º Guevara, El diablo cojuelo, tranco 4.º Montalván, Fama póstuma. El ejemplo de Cervantes, que imprimió las suyas antes de ser representadas, quizás sea el único que nos ofrezca la literatura española de su época. Son útiles para este propósito, entre las obras de Lope, sus innumerables epístolas, las dedicatorias de sus comedias, y la segunda parte de La Filomena y La Dorotea.

La Nela que nunca había tenido cama, ni ropa, ni zapatos, ni sustento, ni consideración, ni familia, ni nada propio, ni siquiera nombre, tuvo un magnífico sepulcro que causó no pocas envidias entre los vivos de Socartes. Esta magnificencia póstuma fue la más grande ironía que se ha visto en aquellas tierras calaminíferas.

Todo el anterior preámbulo y más aún necesitaría y emplearía yo, si no fuese monstruosidad convertir en preámbulo todo este artículo, que por fuerza ha de ser muy breve, para preparar á mis lectores y para impedir que se asusten, cuando, permítaseme lo vulgar de la frase, llegue el trueno gordo; la revelación del título y del asunto de la obra póstuma de Juan Montalvo: la aclaración de las palabras que me sirven de epígrafe.

Ciento seis poetas y poetastros españoles rivalizaron á porfía en ornar su tumba con odas, décimas, glosas, sonetos, epitafios y elegías, y suministraron á Montalván los materiales para elevarle el honroso monumento, que consagró á su difunto amigo y maestro, con el título de Fama póstuma á la vida y muerte del doctor Fr.

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