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Actualizado: 28 de junio de 2025
Parecían aclamaciones a la patria, vivas contestados con hurras. Después dio media vuelta y marchó delante. Era esa caricatura militar de antaño que se llamaba tambor mayor. El viento le despeinaba las plumas, y al arrastrar las alas y dar el estornudo era el puro emblema de la vanidad. No le faltaban más que las cruces, la palabra y la edad provecta para ser quien yo me sé.
De vez en cuando, y con ocasión de cualquier fausta nueva para la patria o familia real, escribía algunas décimas o tercetos en estilo clásico, un poco gongorino. Aunque algunas personas trataron de persuadirle a que los publicase, nunca esto se pudo acabar con él.
El servicio de la patria era el arbitro de la vida y de la libertad de los primeros, durante cuatro años, á contar desde aquel momento; y ante deber tan alto, tenían que romperse los lazos de la familia y los de la amistad.
Esto imaginaban todos, á escepcion de algunos pocos que, aunque no estaban convencidos de la venida del Mesías, se cristianaban por temor á las incomodidades del viaje, i por el mucho amor que tenian á su patria.
Como las nubes de mirra Que perfuman el sagrario, Y brotan del incensario De las brazas al calor, Al fuego del entusiasmo De mi cabeza han brotado Los cantos, que he consagrado A la Patria y al Señor. Jamas prodigué alabanzas A un miserable tirano, Ni del pueblo soberano Las banderas deserté: Fija la vista en el cielo, Nutrido de amor intenso, A Dios y al Pueblo el incienso Del corazon consagré.
No tiene toda su satírica más feroz amargura para España, que para Italia los siguientes versos de Leopardi, que bien pudieran servir de epígrafe a El último patriota: Volgiti indietro e guarda o patria mia, Quella schiera infinita d'immortali, E piangi e di te stessa ti disdegna; Chè senza sdegno omai la doglia è stolta: Volgiti e ti vergogna e ti riscuoti, E ti punga una volta Pensier degli avi nostri e de' nepoti.
No se me ocurre que al rey le remordiese la conciencia pensando en los que había hecho morir por razón de Estado, en cumplimiento de un deber y para bien de la religión, de la patria y del humano linaje.
Y en verdad que merece la pena: el arte que nació en el Oriente, que tuvo mas tarde por patria á Grecia y que por último se guareció en Roma, habita hoy en Paris. En este poderoso bazar del lujo y de la pompa, tiene en nuestros dias su templo.
Su última carta me revelaba un estado moral deprimido por el exceso del trabajo, que había creado en su organismo una excitación nerviosa. «Tengo horror a la tinta, me decía, y desearía huir a los bosques, aunque me crecieran las barbas verdes, para no ver papeles ni sentir las fealdades de las gentes». Pasaron algunos años, durante los cuales solo tuve noticias de él por intermedio de un amigo, cuando un día recibí un telegrama en que me decía: «deberes ineludibles me llaman a mi patria y necesito su ayuda, mándeme por cable quinientos dólares». Mi situación en aquel momento era difícil y me fue imposible ayudarlo.
Cicatrizado apenas su cuerpo, no pudo mirar con indiferencia la suerte de su patria: salió de España, pasó al Africa, conjuró al valí de Ceuta Aly ben Hamud á que viniera con su ejército á rasgar las ataduras que te unian ya al sepulcro. El interes que tenia por tu pueblo le inspiró elocuencia para traer consigo al esforzado Aly.
Palabra del Dia
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