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Actualizado: 28 de junio de 2025
Pertenece el licenciado Roelas al número de aquellos grandes pintores que florecieron en Sevilla en los siglos XVI y XVII, y que tanta honra dieron á su patria y tan apreciables obras legaron á la posteridad.
Y en cien combates de eternal memoria, Do la ciudad se coronó de gloria Relampagueó su acero vencedor, Y el entusiasmo puro en que en él ardía Á sus valientes hijos infundía Entre el silvo del plomo matador. Hermosa cual su vida, fué su muerte: Con el aliento varonil del fuerte Peleando por la patria sucumbió.
Refirió primero cómo se había fugado del hogar paterno, de edad de quince años, lanzándose a correr mundo, sin que en todo el tiempo transcurrido desde aquel suceso, tuviese noticia alguna de su patria y familia.
El marido partió para la guerra en los primeros días de la movilización; abandonó este interior, que todos los artistas habían exornado para deleite de los ojos; la mujer quiso que este hogar fuera el de todos los héroes que se habían sacrificado por la salud de la patria. Se habló y se bromeó a costa de los que habían sacrificado su casa.
Es el único en que hemos verdaderamente descollado, el único en el cual aún hoy florecemos... Porque yo, aunque he pasado la mayor parte de mi vida en el extranjero, amo mucho a mi patria añadió con un amago de sonrisa en tono protector. La patria, si pudiera escuchar aquellas benévolas palabras, se estremecería infaliblemente de gozo, como Venturita.
Doña Marcela, reconociendo que Villalegre es mezquino recinto para sus expansiones y propósitos, se ha ido a Tarifa, su patria, y desde Tarifa ha pasado a Gibraltar, cuya reconquista tal vez haga.
Donde un hombre hace su fortuna y constituye su familia, allí está su verdadera patria decía sentenciosamente, recordando á Madariaga. La imagen del lejano país resurgió en él con obsesión dominadora tan pronto como se amortiguaron las primeras impresiones del viaje.
Y entre incienso, plegarias y armonía, Entre gritos de Patria y Libertad, Descenderá la horrenda tiranía, Se elevará radiante la Igualdad: No existirán divisas de partidos, Será el color azul, de los hermanos, Que para combatir á los tiranos Se abraza con amor la sociedad.
Queremos irnos de aquí, Capitán dijo un chino que llevaba una trenza de un metro de larga . Queremos abandonar esta costa, en la cual los salvajes abundan tanto como las peonías en nuestros jardines. Y yo deseo llevar mis huesos a mi patria, antes de que los dejen limpios de carne estos salvajes dijo otro. Sí; todos queremos marcharnos de aquí añadieron los demás.
Eso sí: todos los días me despertaba con los mejores propósitos. «Hay que volver a la patria, a la querida patria», me decía yo muy a menudo; «al suelo nativo», que dicen los cultos.
Palabra del Dia
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