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Pero el comandante callaba y seguía caminando. Al pasar el puente oyeron los sonidos del piano. Esto pareció de buen augurio á Desnoyers. Aquel artista que le conmovía con su voz apasionada iba á decir la palabra salvadora. Al entrar en el salón tardó en reconocer á Su Excelencia.

6 yo pondré esta casa como Silo, y daré esta ciudad en maldición a todos los gentiles de la tierra. 7 Y los sacerdotes, los profetas, y todo el pueblo, oyeron a Jeremías hablar estas palabras en la Casa del SE

3 Y fue que, cuando oyeron la ley, apartaron de Israel toda mistura. 4 Y antes de esto, Eliasib sacerdote, había sido prepósito de la cámara de la Casa de nuestro Dios, pariente de Tobías, 6 Mas a todo esto, yo no estaba en Jerusalén; porque el año treinta y dos de Artajerjes rey de Babilonia, vine al rey; y al cabo de días fui enviado del rey.

Naturalmente que todos los que oyeron la pregunta y que no se habían formado ninguna imagen exacta del buhonero «sin aros», se lo representaron inmediatamente «con aros» en las orejas, más o menos grandes, según el caso. La imagen fue muy pronto tomada por un recuerdo vivo.

Pero al entrar en ella, oyeron dos voces irritadas, ruido de aceros que se chocaban, y á poco un grito de agonía, tras el cual no se volvió á oír el choque del acero. Montiño se detuvo, pero el padre Aliaga tiró violentamente de él y le arrastró hacia un lugar donde resonaban grandes golpes á la puerta de una casa.

Cogió por los pelos la ocasión que le dio D. Narciso, al censurar lo mal empedradas que estaban las calles de Peñascosa, para decir con su voz gangosa y penetrante en una pausa: Siendo yo gobernador de Tarragona... ¡Ya pareció Tarragona! dijo sordamente Consejero, mientras colocaba las cartas. Los que estaban cerca oyeron la exclamación y rieron.

¿Qué dices, hermano? -dijo el cura, dejando de leer lo que de la novela quedaba-. ¿Estáis en vos, Sancho? ¿Cómo diablos puede ser eso que decís, estando el gigante dos mil leguas de aquí? En esto, oyeron un gran ruido en el aposento, y que don Quijote decía a voces: ¡Tente, ladrón, malandrín, follón, que aquí te tengo, y no te ha de valer tu cimitarra!

Un momento después, a los ojos somnolientos del mozo no era más que una movediza nubecilla de polvo en el horizonte hacia donde una estrella, separándose de sus hermanas, dejaba un rastro luminoso. Los moradores a orillas del camino de Wingdam, oyeron, al amanecer, una voz vibrante como la de la alondra, cantando por la llanura.

La joven fue derecha al cuarto de su padre y se encerró en él durante largo rato. Nadie supo lo que pasó dentro. Los que a la puerta esperaban oyeron sollozos, frases confusas pronunciadas en tono colérico, ruido de sillas.

19 Y pondré entre ellos señal, y enviaré de los escapados de ellos a los gentiles, a Tarsis, a Pul y Lud, que disparan arco; a Tubal y a Javán, a las islas apartadas, que nunca oyeron mi nombre, ni vieron mi gloria; y publicarán mi gloria entre los gentiles. 20 Y traerán a todos vuestros hermanos de entre todas las naciones, por presente al SE