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Actualizado: 17 de junio de 2025


¡Ella duerme! ¡Oh! puede que su sueño sea tan profundo como durable!; ¡que el cielo la tenga en su santa guardia! ¡Que esta cámara sea transformada en una más melancólica y yo rogaré a Dios que la deje dormir para siempre, los ojos cerrados, mientras que a su alrededor errarán los fantasmas de oscuros velos!

La condesa, la gran señora que tan raras veces bajaba de su carruaje, como si se desdeñase de pisar con sus elegantes brodequins el polvo de que estaba formada, se internó por aquellos oscuros vericuetos, y atravesando varias callejas, solitarias en aquella hora, que parecían serle muy conocidas, vino a desembocar en la plazuela de Santo Domingo.

Después de haber rechazado con tan cruel desabrimiento las palabras de doña Manolita y después de hechas las paces, doña Luz pensó a sus solas en el valor y motivo de aquellas palabras; y, como si una claridad nueva y extraña iluminase los más oscuros laberintos de su cerebro, creyó percibir la verdad de todo y reconoció que su amiga tenía algunos visos de razón al decir lo que dijo.

Encubriendo siempre en los abismos oscuros del alma su terrible propósito de matar a Echeloría y de matarse él, Mutileder se ingenió de suerte que se ganó la voluntad de sus jefes inmediatos y hasta del General Benaya, tan ágil para cortar cabezas, según lo demostró a principios de aquel reinado, enviando al otro mundo, a fin de cimentar bien el trono, a Adonia, hermano mayor del rey, y a otros personajes.

Cuéntame la vida que haces, porque se dice por ahí que en esta casa hay una zalagarda continua, y a Rita le parece que estás triste. Bajó la niña hacia el bordado sus apacibles ojos oscuros, y un poco turbada murmuró: ¿Yo triste? ¿Lo estás en efecto? ¿Tienes algún deseo, algún disgusto? ¿Es cierto que aquí no hay paz ni alegría?...

Descubríase también en ciertos pequeños detalles que solamente Francisco podía apreciar; así, por ejemplo, Simón llevaba vestidos oscuros, mostraba en toda su persona un exquisito cuidado, sin aquel rebuscamiento empero que suele gustar a los jóvenes, sin un solo color vistoso, sin una sola joya.

Poco después, don Felipe Pérez y González, al par que comentaba con acierto algunos de los pasajes más oscuros de esta novela, dedicóse con feliz éxito a allegar datos para la vida de su autor, y diólos a conocer en diversos artículos, que publicó en La Ilustración Española y Americana y reimprimió juntos en 1903, con otros de carácter crítico.

Mucho gustó al doctor oírla, y más aún observar la dulce claridad que, difundiéndose por los espacios antes oscuros, hacía revivir cielo y tierra, cual si se los sacara de la nada. Fiat lux dijo descendiendo . Me parece que acabo de salir del caos primitivo.

Porque si D. Félix amaba apasionadamente sus tierras, no amaba con menos pasión el oro. Bastante de este precioso metal tenía escondido dentro de las paredes del desván y en los ángulos oscuros de sus vigas. También le preocupaba en aquel instante Flora que debía partir por la mañana para Lorío.

Tal vez... Pero el hecho es que era un hombre concluido. ¿Volver a su patria, hundirse en la estéril abnegación de Belgrano, deshojar uno a uno sus laureles, luchando, como el vencedor de Tucumán, contra oscuros gauchos que lo vencían... o verse, en un consejo militar, burlado por un Moldes o un Dorrego, petulantes, irritables y escépticos, bolívares pequeños, turbulentos e implacables por trepar al poder?

Palabra del Dia

rigoleto

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