Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 27 de septiembre de 2025
No, no la humilléis, emplead la, persuasión; limitaos a demostrarle mi inocencia, para que me perdone mi descuido de un instante. Eso corre de mi cuenta, Marta; yo también tengo que vengarme. Permaneced aquí y tened valor; no saldréis de Orsdael. El intendente entró y cerró la puerta.
Sí, volveos a vuestra casa, amigo mío respondió la viuda. Pero, cambiando de opinión, dijo en seguida: No, no, permaneced aquí; no podéis volveros a Orsdael. Pues entonces, señora, con vuestro permiso, cerca de aquí hay un mesón. Si me llegáis a necesitar, hacedme llamar allí.
Dejad que le aplique a la loca el castigo que merece su falsedad. Si tuviera tiempo, me parece que le haría sentir a esa tonta que no tiene derecho a reírse de nosotros. Pero comprended, Mathys; yo estaré junto a ella, y la condesa en su enojo se exaltará tanto contra mí como contra ella. Estoy cansada de estas escenas odiosas; si tengo que seguir soportándolas, prefiero huir de Orsdael.
Te asustas sin motivo. Apúrate; tu chal. ¡Está el tiempo más hermoso! La joven estaba acostumbrada, desde hacía tiempo, a obedecer sin replicar, y a no insistir nunca cuando el aya le expresaba el deseo de no ser interrogada. Estaba convencida de que Marta le ocultaba muchos secretos; pero creía que de eso dependía la permanencia en Orsdael, de su protectora.
Es preciso que se marche del castillo, mi tranquilidad exige que se vaya; no quiero dejarme despreciar por alguien que, a no ser por mí, no hubiera puesto nunca los pies en Orsdael. ¿Y si su frialdad no fuera más que una simulación para ocultar un sentimiento que se reprocha a sí misma? ¡Un sentimiento que se reprocha a sí misma! repitió Mathys sorprendido . ¿Un sentimiento de amor? Así parece.
Es que no sé, no me atrevo dijo la sirvienta con desconfianza . El señor está acostado todavía. ¿No podríais esperar una media horita? No, os ruego que vayáis en seguida y digáis al señor Federico que el aya del castillo de Orsdael ha venido a hablarle de cosas importantes. ¡El aya de la señorita de Bruinsteen! exclamó la sirvienta con sorpresa . ¡Oh, ya comprendo! Sí, sí, voy a llamarlo.
La mañana era hermosa; el cielo estaba claro y profundo como un mar azul; el sol desprendía del follaje de las encinas un perfume penetrante que dilataba los pulmones y daba bienestar al corazón. Catalina salió de su choza y se adelantó hasta la orilla del bosque, por un sendero que, dando varios circuitos, conducía a la calzada de la aldea de Orsdael.
Palabra del Dia
Otros Mirando