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Actualizado: 15 de julio de 2025
Al oírme entrar en su cuarto escondió precipitadamente algo. Vi que era el arma. Al tal punto se sentía oprimida entre nuestras dos pasiones, que quería morir para libertarse... Comprendí que yo no tenía derecho de hablar, de haberme introducido en su habitación; que debía dejarla entregada a su destino, a la libertad, a la muerte, pero no podía.
Descendía rápidamente el sol a su ocaso, caía sobre el jardín la sombra; Sardiola, el lebrel fidelísimo que había dado el ladrido de alarma, no estaba ya allí. Lucía miró en torno suyo con ojos vagos, y llevose las manos a la garganta oprimida.
Los extraordinarios progresos que ha hecho en medio siglo la América republicana se deben no solo á las instituciones, sino tambien á las inmigraciones, las ventajas del suelo, la novedad del país y el concurso que la Europa proletaria y oprimida le ofrecia, solicitando con avidez el Nuevo-Mundo.
Tiembla debaxo de los pies la tierra De infinitos poetas oprimida, Que dan asalto á la sagrada sierra. El fiero general de la atrevida Gente, que trae un cuervo en su estandarte, Es ARBOLANCHES, muso por la vida.
De la oprimida garganta del desdichado joven salía un gemido, estertor de asfixia. Sus ojos reventones se clavaban en su verdugo con un centelleo eléctrico de ojos de gato rabioso y moribundo.
Aquellos oficiales y soldados, al romper la disciplina literal que los sujetaba a la Francia invasora para acudir al llamamiento de la disciplina moral de su patria oprimida, hacían el viaje disfrazados, traspasaban a pie las altas montañas y los ardientes llanos, hasta encontrar un núcleo de fuerza española.
Quizás en tu ostracismo voluntario juzgabas que era un sueño temerario manumitir nuestra oprimida raza; mírala hoy: es virgen arrogante que, con la augusta libertad, tu amante, en un amplexo fraternal se enlaza. Caíste como fruta ya amarilla, pero cayó contigo la semilla.
Conforme con estas ideas se mostraba Doña Francisca, asintiendo a todo, sin atreverse a contradecirla ni a oponer una sola objeción a tan juiciosos consejos. Sentíase oprimida bajo la autoridad que las ideas de Juliana revelaban con sólo expresarse, y ni la ribeteadora se daba cuenta de su influjo gobernante, ni la suegra de la pasividad con que se sometía.
Marieta, la doncella, nos abrió la puerta, y cambió un mirada con la abuela, que me asombró. Pareció que la abuela le preguntaba: ¿Hay alguien con la señora? Y que Marieta había respondido: Sí. Mientras subía la escalera, me sentí oprimida y rara. Francisca me empujó con el codo y me dijo: Esto huele a misterio, ¿eh?...
La muchedumbre, oprimida contra las verjas, saludaba á los que partían, acompañándolos con los ojos mientras atravesaban el gran patio. Eran anunciadas á gritos las últimas ediciones de los periódicos. La masa obscura se moteaba de blanco, leyendo con avidez las hojas impresas. Una buena noticia: «¡Viva Francia!...» Un despacho confuso que hacía presentir un descalabro: «No importa.
Palabra del Dia
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