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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Llevo dos galones, siendo un extranjero... Además, no puedo olvidar el momento en que me llamó mi coronel, una semana antes de que lo matasen: «Martínez, el general me ha dado cuatro cruces de la Legión de Honor para nuestra Legión. Una es tuya.» Y me la puso en el pecho frente á todo un batallón de hombres valerosos que presentaban sus armas. Esto no puede olvidarse: llena una vida. Así era.

De ese modo se regará muy bien la Mancha. Señores, no olvidarse de que mañana habla Ostolaza y quizás D. José Pablo Valiente. Hay que ir a la tribuna. Yo esperaré en la calle para ver la función de salida. Eh... Antonio, échanos un discurso. Un discurso como el de anoche, y sobre el mismo tema de la democracia.

Muchas veces dudó de mismo. ¿Lo que él creía la verdad no sería un sueño, y los otros, al olvidarse de él, estarían verdaderamente en lo cierto?... Luego, recobrando la fe en mismo, despreciaba á sus conciudadanos y no quería salir de su casa. ¿Para qué ver gentes? ¿Para oírles alabar al señor Simoulin y su grito histórico?... Ya no veía al maestro.

Algunas veces llegaba a olvidarse de la existencia de La Rinconada y de sus habitantes. Montados en briosos caballos, salían doña Sol y él, con los mismos trajes que el día en que se conocieron, unas veces solos y otras en compañía de don José, que parecía amortiguar con su presencia el escándalo de las gentes ante esta exhibición.

Don Luis llegaba a olvidarse de sus aficiones matonescas y sus hazañas amorosas, cuando hablaba de la gente zafia de los campos que, movida por falsos apóstoles, quería repartírselo todo.

Ana, , Ana era muy buena; pero ¿qué derecho tenía Juan a olvidarse tanto de Lucía, y estando a su lado, poner tanta atención en las rarezas de Ana? Cuando ella estaba a su lado, ella debía ser su único pensamiento.

Literariamente no ha sido cultivada hasta nuestros días ; pero las hay á millares, nacidas en el pueblo y mostrando su vena, que circulan por todo el país hace largo tiempo, y se componen á cada momento en número prodigioso, para olvidarse en seguida. Las penas y alegrías, las esperanzas, deseos y quejas de los amantes son su inagotable tema.

No debe olvidarse que Lóndres se ha formado por la reunion paulatina de muchas pequeñas ciudades circunvecinas, ó distritos, á la antigua City del Tamésis, privilegiada y poderosa, que ocupa casi el centro de la inmensa poblacion actual. Así, aunque la ciudad es una sola en su apariencia, se observa una profunda diferencia entre el centro y los arrabales.

Renovó su mobiliario, abandonó las modistas anónimas, y en su afán de no andar a pie, si no tuvo berlina y tronco como en sus buenos tiempos, compró una galera elegante y ligerita y tomó como cochero a Nelet, el hijo de la nodriza de Amparo, un bárbaro de la, huerta, a quien puso por condición no tutear a la señorita menor y olvidarse de que era su hermano de leche.

Pero como todo el amor que en él había era de doña Guiomar, y este amor, al ser combatido tan duramente y tan sin remedio por la desatentada conducta suya para con Margarita, hubiese llegado a la pasión que en nada se para, que a todo se arroja, cuando se hubo calmado aquel primer espanto y sorpresa, y el anonadamiento y vergüenza que le habían cogido, Cervantes se determinó a manifestar lo que en él pasaba a doña Guiomar, y viéndola toda entregada a aquel amor tan grande, que parecía no consentir igual sobre la tierra, prevalerse de él imaginó y lanzarla en el desvarío de la pasión, haciéndola olvidarse de toda virtud, de todo deber, de todo decoro, y compelerla a que con él se casase y a Margarita satisfaciese con dinero; y si esto no bastase, fuese lo que Dios quisiese de ella.

Palabra del Dia

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