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Actualizado: 8 de junio de 2025
Ahora, por primera vez en su vida, le habían puesto cinco hermosas guineas en la mano; nadie se proponía compartirlas con él, y él no quería lo bastante a ningún hombre para ofrecerle una parte. Pero, ¿qué valor tenían las guineas ante los ojos de Marner, que no veía más perspectiva que la de innumerables días de trabajo en su telar?
Imagino que si en vez de dos pesetas hubiera tenido ánimo para ofrecerle cinco duros, sería otra cosa. Este temperamento tímido que Dios nos ha dado a los gallegos me perdió.
Don Félix se oculta de nuevo; Don Antonio excusa su presencia con el encargo de Clara, y se retira. Don Iñigo cuenta á su hija que conoce ya á Don Félix, que le ha agradado mucho, y que se propone ofrecerle su casa para vivir en ella.
Antes acudir a la limosna. ¿A quién, a quién, ¡Dios de mi vida!, si ya estaban explotadas todas las amistades? Alguien se presentó en casa de Isidora a ofrecerle cuanto necesitase para vencer dificultades tan angustiosas. Pero las condiciones de estos anticipos eran tales, que la joven los rechazó, espantada.
Al otro día, aunque no era domingo, se afeitó como si lo fuese, se puso otro pantalón, metió en los dedos todas sus sortijas, y después de tomar el chocolate en compañía del excusador y de ofrecerle un cigarro puro, generosidad que sorprendió mucho al clérigo, fue a su cuarto a arreglar un poco el cabello, y al instante salió de casa y tomó el camino del Molino con los ojuelos chispeando, seco el gaznate y los labios trémulos.
Con su apellido, su fortuna, su generoso espíritu y bello carácter, que valen más que apellido y fortuna, encontrará otra más digna que yo de los tesoros de su amor. Yo no puedo ofrecerle más que mi simpatía y mi gratitud por haber descendido a poner su ideal en mi humilde persona.
Una comisión de la Sala va a ofrecerle el Gobierno; le dice que sólo él puede poner término a aquella angustia, a aquella agonía de dos años. Pero Rosas no quiere gobernar, y nuevas comisiones, nuevos ruegos. Al fin halla medio de conciliarlo todo.
Sea bien venida, en tan bello día, la linda niña, y abrázeme dijo la señorita de Porhoet. Ha corrido usted mucho, loquilla, pues tiene la fisonomía sumamente encendida y de los ojos le brota materialmente fuego. ¿Qué podría ofrecerle, mi maravilla? ¡Veamos! dijo Margarita arrojando una mirada sobre la mesa ¿qué es lo que hay aquí? ¡El señor se lo ha comido todo! Además, no tengo hambre sino sed.
Gastaba mucho dinero; convidaba á todo el mundo; llegaba tarde á los Mercados, comprando lo más caro y lo peor, para vender luego al público con mayor baratura que los demás. Te vas á arruinar, estás gastando tu capital. Pero no obstante sus consejos, siguió bebiendo todos los vasos que quiso ofrecerle la vieja. A las ocho, ésta se mostró impaciente. Adiós, Crainqueville.
Si, atendida la estrechísima esfera en que se mueve nuestra poesía dramática, fuera en alto grado meritorio infundirle nuevas ideas y proporcionarle nuevos materiales, ¿qué escena, como la española, podrá ofrecerle tan inagotable mina de invenciones y motivos dramáticos?
Palabra del Dia
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