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Actualizado: 23 de julio de 2025
SANCHO. ¿De qué lo sabes, Pelayo? PELAYO. De que nos la hubiera vuelto Cuando la hubiera gozado. Vanse. Sale el REY y el CONDE y DON ENRIQUE. REY. El cielo sabe, Conde, cuánto estimo Las amistades de mi madre. CONDE. Estimo Esas razones, gran señor; que en todo Muestras valor, divino y soberano. REY. Mi madre gravemente me ha ofendido; Mas considero que mi madre ha sido. Salen SANCHO y PELAYO.
¡Ya! exclamó la viuda con entonación irónica . Mire usted por sí y deje a los demás arreglar sus cuentas como Dios les dé a entender. Ya ve usted que procuro nutrirme. Sí, pero que vaya un poco también al cerebro, porque el día menos pensado se cae usted en la calle de tonto. ¿Se ha ofendido usted? preguntó riendo el elegante como si hubiese dicho la cosa más descabellada del mundo.
Hé aquí las cartas del abad de Berguén. No necesito pedir limosna, dijo el joven algo ofendido. Tanto mejor para vos. ¿Sabéis quién soy? No, señor. Yo soy la ley, soy el corregidor del condado y represento la justicia de nuestro bondadoso soberano, Eduardo III. Á tiempo llegáis, señor, dijo Roger inclinándose ante el personaje.
Currita se encogió de hombros, haciendo un gracioso pucherito como quien dice: ¿Y a mí qué me cuenta usted?... Sí, señora prosiguió el ministro . Su majestad el rey, muy ofendido... Su majestad la reina, sentidísima.
Y creedme, señora mía, que tan no ha tardado la penitencia de mi culpa, que cuando en ello reflexionar pude, de mí se apoderó el miedo de las consecuencias de haberos ofendido, no de otra manera que si hubiera ofendido a Dios, que todo lo ve y lo sabe. Sed, pues, tan grande en la indulgencia y en el perdón, como veo que lo sois en el amor que me mostráis.
Y usted, Felipe, ¿por qué causa se batió con su amigo? Porque Amaury me ha ofendido gravemente. Repito que usted estaba comprometiendo a Antoñita, y por eso le he insultado. El propio señor conde me advirtió que... Dispénseme, señor Auvray, le suplico me deje decirle dos palabras a Amaury. ¿Y bien, señor conde?... No se aleje usted mucho; tengo que hablarle también.
El moreno y hermosísimo semblante de la condesa estaba embellecido por el color febril de una excitación extraña; el amor, pero un amor lastimado, ofendido, receloso, entumecía sus ojos fijos en Quevedo.
Un poco original es que sea el señor Duque quien desafía, siendo yo el ofendido. Ese acto, a la verdad, más que en la caballerosidad parece inspirado en el miedo. Señor de Cuevas interrumpió agriamente el ex coronel, nosotros no podemos consentir que en nuestra presencia se permita usted esas apreciaciones.
En todo caso, corrí gran riesgo de ser despreciado á causa de ese maldito asunto! replicó Marenval con aire ofendido. Así, podéis creer que la cosa me hizo brotar canas... ¿Dónde las tienes? ¿Te las tiñes? ¡Para no exponerlas á enrojecer! Pero, eso sí, cumplí mi deber con la familia de Freneuse, pues me puse á la disposición de la madre del desgraciado y culpable Jacobo.
Los otros, es decir, la inmensa mayoría, la casi totalidad, los seis ó siete mil negros que respondieron al llamamiento, se marcharon al campo de la revolución impulsados por un solo sentimiento: odio al blanco, al blanco que en nada les había ofendido; que después de darles la libertad, hizo cuanto pudo por levantarlos del bajo nivel en que yacían... Santiago de Cuba, Junio 7, 1912.
Palabra del Dia
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