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Actualizado: 19 de junio de 2025


Luchaba bravamente procurando representarse a todas horas las verdades sublimes de la religión, la idea de un Dios padre de las almas, arquitecto y director del Universo, a quien ofenden nuestros pecados, a quien ablandan nuestras súplicas y nuestras lágrimas; se agarraba con toda su alma a estas firmes doctrinas; estaba un día entero unido con fervoroso anhelo a ellas; pero cuando más descuidado se hallaba, un pensamiento impío, fatal, caía en su cerebro y lo volvía todo del revés.

Pero no extraño tus desvaríos continuó Elías: el desorden cunde por todas partes. ¿Qué mucho que estos pedantuelos de aldea tengan tales humos, cuando los sabios de la ciudad ofenden el sentido común con sus ridículos debates? Sin duda algún garito de Zaragoza ha sido el primer teatro de tu petulancia.

Si se trata de un caso de averiguaciones confidenciales o secretas, ciertamente, tendrá mucho más éxito que el que usted pueda alcanzar. En el acto que ponga usted los pies en esa calle, se sabrá en todas las casas de vecindad que un inglés anda haciendo preguntas. Y añadió con una sonrisa significativa, en la vía San Cristófano se ofenden si les dirigen preguntas.

11 El agua mansa, de D. Pedro Calderón. 12 El marqués de las Navas, del Dr. Mira de Mescua. 1 Las manos blancas no ofenden, de D. Pedro Calderón. 2 El mejor amigo el muerto, de tres ingenios. 3 Las amazonas. 4 Vida y muerte de San Lázaro, del Dr. Mira de Mescua. 5 El escondido y la tapada, de D. Pedro Calderón. 6 La victoria del amor, de D. Manuel Morchón.

Más de un lector, al pasar la vista por este cuadro, ha de pensar que es una invención mía, ó que, cuando menos, está sacado de las viejas crónicas de la primitiva Santander. Conste que semejantes dudas ni me ofenden ni me extrañan.

Sus dramas, bajo este aspecto, ofenden aparentemente á la crítica, cuyo punto de partida es la moral; y decimos aparentemente, porque examinando con imparcialidad este punto, esa descripción atrevida de los extravíos morales, cuando se nos ofrecen, como en estas obras, en toda su desnudez y sin paliativos agradables, sólo son antipáticos, en cierto modo, á una imaginación corrompida.

La impresión más antigua es de 1654, en el tomo VII de la misma colección. Darlo todo y no dar nada. Gustos y disgustos son no más que imaginación. Amado y aborrecido, y Las manos blancas no ofenden. Impresas todas primero en el año de 1657, en los tomos VIII y IX de las Comedias escogidas. El laurel de Apolo. Después, en el reinado de Carlos II, arregló esta pieza y le añadió otro acto.

Casi todas dan más solemnidad e importancia a lo que se les escribe que a lo que se les habla. Muchas cosas, de que se ofenden o sonrojan si las oyen, las pesan y las meditan, y se deleitan en ellas con amorosa delectación cuando las leen. Si contestan de palabra a un galán que de palabra las pretende, les es fácil esquivar las cuestiones graves, tomándolo todo a risa.

En España, no me meteré a moralizar sobre esto ni a decidir si está bien o mal, pero los hombres, sin creer que ofenden, suelen requebrar al paso a las damas, en particular cuando van solas. En esta ocasión, o por no fijarse en don Braulio, o por dar poca importancia a su persona, o por juzgarle distraído y que no oiría, Beatriz e Inés recogieron buena cosecha de piropos.

Doquiera que estamos lloramos por España, que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural; en ninguna parte hallamos el acogimiento que nuestra desventura desea, y en Berbería, y en todas las partes de África, donde esperábamos ser recebidos, acogidos y regalados, allí es donde más nos ofenden y maltratan.

Palabra del Dia

rigoleto

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