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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Tales son, entre otras, las siguientes, de las cuales nadie ha hablado hasta ahora, que sólo existen en la biblioteca del Sr. D. Enrique Ternaux-Compans, en París: «Comedia llamada Vidriana, compuesta por Jayme de Huete ahora nuevamente, en la cual se recitan los amores de un caballero y de una señora de Aragon, á cuya peticion, por serles muy siervo, se ocupó en la obra presente.
Se había quedado allí después de traer á unos extranjeros que prefirieron, á la salida del Palacio, descender á pie por el antiguo camino fortificado. Miguel lo ocupó, haciéndose conducir á Villa-Sirena. Todo el resto del día y gran parte de la noche transcurrieron para él dulcemente, mientras rumiaba en su memoria las noticias adquiridas. No era mala la jornada. De Atilio apenas se acordó.
De las dos galeotas enemigas nadie se ocupó por la codicia del saco en que todos querían poner mano, y fué falta militar de graves consecuencias.
Nadie que viene a La Rinconá se va sin almorzar. Entraron todos en la cocina del cortijo, vasta pieza con chimenea de campana, que era el sitio habitual de reunión. El espada se sentó en una silla de brazos, y una muchacha, hija del aperador, se ocupó en calzarle, pues en la precipitación de la sorpresa había bajado con sólo unas babuchas.
Pero en el año de 1621, cuando ocupó el trono Felipe IV, príncipe ilustrado que amaba con pasión todo linaje de poesía, y especialmente la dramática, recibió ésta mayor impulso, así interno como externo, concurriendo también á este fin una segunda pléyada de poetas de primer orden, que imprimieron en el teatro nuevo y desusado brillo.
A las once de la noche, en el expreso París-Roma, el empleado procede á la operación de convertir en lechos el asiento y el respaldo del departamento que ocupo. Mientras golpea colchonetas y despliega sábanas, empieza á hablar con la verbosidad de un hombre condenado á largos silencios. Es un expansivo que necesita emitir sus ideas y sus preocupaciones.
Retrocediendo despues sin volver al califa la espalda, ocupó un asiento cubierto con paño de oro que le estaba preparado, y en seguida fueron admitidos á besar la mano al soberano islamita los condes y demas caballeros de su cortejo, los cuales se acercaron al trono repitiendo sus mismas postraciones, y luego se sentaron en fila dejando en el centro á su rey.
Aquel trabajo febril me ocupó hasta hora muy avanzada de la noche. Por fin pareciome que había terminado una tarea ineludible; todas las fibras irritadas se relajaron, y ya al amanecer, cuando despertaban los pajarillos, me dormí presa de la más deliciosa languidez. Al otro día Oliverio me habló de mi encuentro con sus primas, de mi turbación, de mi huida. Haces misterio me dijo, y te equivocas.
Pero luego sorprendo una mirada amorosa que Magdalena dirige a Amaury, comprendo que ocupo sólo un lugar secundario en el corazón de mi hija, que posee el mío por entero, y el egoísta sentimiento paternal triunfa, me ciego, y en mi irritación llego a perder la cabeza. »Y, bien mirado, el caso es muy natural.
La joven ya no oyó más que un lejano susurro, sin distinguir una palabra. Al terminar la confesión, la madre fué á arrodillarse en el centro del templo y Pepita ocupó su puesto. Poco rato tuvo que esperar. El confesor despachó rápidamente á la penitenta del lado opuesto, y volvió á abrir el ventanillo. Hola, buena pieza. ¿Eres tú? dijo cariñosamente á Pepita. ¿Ya has hecho el acto de contrición?
Palabra del Dia
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