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Actualizado: 20 de junio de 2025
Serio, grave, pocos habían visto una sonrisa en su cara angulosa, cubierta por una tez apergaminada y morena, casi negra; no obstante, era decidor y alegre en las horas de ocio, y más de una de sus aventuras, casi novelescas, entretuvieron largas horas de espera en las correrías que juntos teníamos que emprender todas las noches, ya siguiendo la pista de algún pícaro que andaba estudiando la sección, o ya buscando la de algún asesino que, después de cometer una fechoría, se nos había escapado de entre las manos.
El vicio florecia á la sombra del ocio, con el olvido de las preciosas artes que solo para la utilidad del cura hacian despertar aquellos miserables con el rigor y la violencia. Los gobernadores autorizados testigos de tantos desórdenes, no podian poner remedio por serles prohibido mezclarse en el gobierno económico de los curas, y las quejas y representaciones no alcanzaban la fuerza necesaria.»
Entremeses nuevos, de diversos autores, para honesta recreación: Alcalá de Henares, 1643. La mejor flor de entremeses que hasta hoy ha salido, recopilados de varios autores: Zaragoza, 1679. Floresta de entremeses y rasgos del ocio á diferentes assumptos de bailes y mojigangas: Madrid, 1680. Vergel de entremeses y conceptos del donaire: Zaragoza, Diego Dormer, 1675.
El ocio noble era la inversión del tiempo que oponían, como expresión de la vida superior, a la actividad económica.
Era muy trabajador, casi no bebía, y, al parecer, era bastante educado, porque hablaba y escribía bien el inglés, y, además, siempre estaba atormentando a los demás para que le hicieran enigmas y cifras, a cuya solución se dedicaba en sus momentos de ocio.
Joven, buen mozo, admirablemente educado, y rico: enérgico para los demás, blando para su mujer: trabajador sin exceso para que no la dejase sola días enteros, y algo laborioso para que el ocio no le indujese a malos pasos: de claro entendimiento para que no hiciera mal papel, pero condescendiente, bondadoso, débil, a fin de que ella pudiese dominarlo.
Ella misma, como era reflexiva y pensadora, y como en sus ratos de ocio, que no eran pocos, había leído y aprendido bastante, se afanaba por lograr el propio conocimiento y lo encontraba harto oscuro.
Falleció en Buenos Aires, el 23 de Agosto de 1903. No abrigo la esperanza de que mis recuerdos lleguen a constituir un libro interesante; los he escrito en mis ratos de ocio y no tengo pretensiones de filósofo, ni de literato.
Al finalizar el siglo XVI habían ya cesado los sacudimientos bruscos de aquel genio aventurero, que tan largo tiempo y con tan desusada violencia había conmovido á los españoles; pero no por eso se abandonó la nación al ocio inactivo, sino que concentró en sí misma la energía, que antes desplegara hacia fuera; quiso también hacer alarde de su fuerza creadora en los dominios de la vida de la inteligencia y del corazón, y expresar las grandiosas ideas de su pasado y de su presente en la digna esfera del arte.
El mismo juicio ha de hacerse de aquellos, que toda su vida han vivido en perpetuo ocio sin cultivar la razon, ni aplicarse á los estudios, y no obstante por solos sus años y por sola su experiencia quieren forzar á todos á seguir su dictamen. En contradiciéndoles, luego se enfurecen, y gritando dicen: Yo tengo mucha experiencia de esto, Vmd. es mozo, y ha visto poco. Hor. Epist. lib. 2. ep.
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