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Actualizado: 20 de mayo de 2025


¡Ay, hija mía! No hay frase más vacía de sentido. Según Braulio, que lee muchos librotes en los ratos de ocio, lo menos lleva ya el género humano doce mil años de civilización. ¿Dónde habrá ido a parar el legítimo y puro natural impulso, después de tanto jaleo de creencias, leyes, doctrinas, costumbres, usos, modas y convenciones sociales?

Todos con el mejor vestido, y formando corrillos en los que se departía á gritos, como es costumbre entre la gente de campo, no porque el furor sustente los debates, sino por hábito adquirido viviendo casi siempre fuera de techado; todos, repito, se entregaban á aquel primer momento de ocio, después de una semana de rudas fatigas, con las más expresivas señales de satisfacción, buscándola especialmente en comunicarse unos á otros las observaciones, planes y labores que cada cual había hecho desde el domingo anterior.

En mis ratos de ocio he leído libros de medicina, conozco el Jaccoud... pero semejante lectura me daba ganas de... vamos, sentía náuseas y se me figuraba oír la sangre circular, y creía que era así... una cosa como el depósito del Lozoya, con canales, compuertas en el corazón.... Bueno, bueno; por no disparate usted más. Hasta la tarde; si hay novedad, avisar.

Vertiz, ponderando la esterilidad de los terrenos, los peligros á que estaban expuestos los indios, y el rigor del Super-intendente: porque su fervor, eficacia y fatiga no los dejaba dormir en el ocio de su haraganeria, y les obligaba á trabajar en la agricultura, por cuyos medios con las producciones de sus frutos ha verificado sus informes.

Y aunque es verdad que entonces tendrá vida Ilustre y argentada, no por eso Será el festejo y ocio á su medida. Que esto del recitar es tan avieso Que tras sufrir las grimas de tres horas En un teatro, nos trastorna el seso; El decorar nos lleva las auroras, A las siestas ocupan las salseras, Y la comida y sueño á las deshoras.

Poco a poco las guineas, las coronas y las medias coronas se fueron amontonando, y Marner fue sacando cada vez menos para sus necesidades, tratando de resolver el problema de conservar bastantes fuerzas para trabajar diez y seis horas diarias, gastando lo menos posible. ¿No hay hombres que, encerrados en la soledad de una cárcel, han encontrado alguna distracción en marcar el curso del tiempo en las paredes, trazando líneas rectas de cierto largo, hasta que el aumento de esas líneas, formando triángulos, se volviera en ellas un objeto predominante? ¿No engañamos las horas de ocio o las impaciencias de la espera repitiendo algún movimiento o algún sonido insignificante hasta que esa repetición crea en nosotros una necesidad, que es el origen de un hábito?

María, en cuya alma tosca y áspera no experimentaba la poesía ni hacia los sentimientos ascéticos de Stein, no tenía ganas de responder; pero como tampoco podía dejar de hacerlo, escribió en la arena con la varita, con que distraía su ocio, la palabra «¡Siempre

Si de los autos pasamos al examen de los entremeses, nos hallamos en terreno muy diverso. Estos pequeños dramas burlescos, que á menudo son sólo escenas aisladas sin verdadero interés dramático, fueron, sin duda, escritos en algunos ratos de ocio por un poeta tan incesantemente ocupado; pero su veloz pluma supo también trazar al vuelo rasgos felices y peculiares de este género de poesías.

Tales son mis principales deseos, y creyendo puedo en algun modo contribuir ilustrando la opinion de cuantos no sepan lo que son nuestras Filipinas, me he decidido á coordinar algunos apuntes y notas que en ratos de ocio redacté en otros dias sobre reformas útiles que pueden y deben hacerse en Filipinas para el logro de objetos tan interesantes, como son procurar su fomento y prosperidad.

No se me ocurre nada. Más vale que olvidemos eso y sigamos como hasta ahora rindiendo culto al arte de Fidias en secreto y en los ratos de ocio. Miguel le miró en silencio y con atención algunos momentos. No es verdad. Me estás engañando y te invito a que no lo hagas. Creo tener derecho a que me hables con franqueza.

Palabra del Dia

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