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Actualizado: 2 de junio de 2025
Don Iñigo, receloso y resuelto á pelear, acude á una cita, que se le da en compañía de Don Antonio; Lisardo le cuenta que él no es Don Félix, y las circunstancias, que le obligaron á tomar su nombre; añade, que, estando de visita en casa de Clara, huyó de ella refugiándose en la de Don Iñigo; pero el anciano se encoleriza, y califica de agravio ese yerro; Antonio saca también su espada para vengar en Lisardo la visita secreta hecha á su hermana; Don Félix, que asiste escondido á esta escena, sale también para socorrer á su amigo, y el combate se hubiera llevado á efecto, á no sobrevenir mucha gente que obligara á los combatientes á retirarse.
No obstante el desprecio con que se trató mi propuesta, los continuados insultos y robos de los indios, obligaron al Señor Virey á determinar las expediciones que han salido de Córdoba, Mendoza y esta capital; pero no del Rio Negro, que es el parage mas inmediato á ellos. La causa no soy capaz de comprender aunque me dé mucha márgen la oposicion de los establecimientos.
¡Bravo! ¡bravo! gritaron Paco y Edelmira, que también se sentían muy jóvenes; y obligaron a don Víctor a chocar las copas.
Alli publicó dos decretos; uno relativo á la pena de muerte y otro á la libertad de esclavos; pero los desgraciados encuentros que tuvo le obligaron á reembarcarse para la isla de Bonaire, donde el comandante Francisco Piñanzo organizaba un batallon que, á las órdenes de MacGregor, habia partido ya con objeto de reunirse á las fuerzas de Zaragoza y Monágas en los Llanos.
"¡Santos cielos! dijo a esta sazón la hermosa Sulpicia, arrojándose del caballo al suelo . O yo no tengo vista en los ojos, o es éste mi libertador, Periandro." Y el decir esto y añudarme el cuello con sus brazos, fué todo uno, cuyas extrañas y amorosas muestras obligaron también a Cratilo a que del caballo se arrojase y con las mismas señales de alegría me recibiese.
Traté de retardar el momento de presentarme a mi amo; pero, al fin, el hambre, la desnudez en que me hallaba y la falta de asilo, me obligaron a ir. Mi corazón, al aproximarme a la casa de Doña Flora, palpitaba con tanta fuerza, que a cada paso me detenía para tomar aliento.
Pero en los últimos tiempos, algunas limosnas harto crecidas de la duquesa le alarmaron un poco y le obligaron a reprenderla paternalmente. Acostumbrado a hallar a su mujer sometida, apartada de toda ambición, ajena enteramente al éxito de sus especulaciones, la trataba como a una niña, si no como a un perro fiel a quien de vez en cuando se pasa la mano por la cabeza.
Celebróse ya en el siglo XIII en casi todos los paises de Europa, constituyendo una de las más importantes de la cristiandad, y se realzó su brillo con suntuosas procesiones y espectáculos dramáticos . Estos llegaron á considerarse en algunos lugares como parte tan esencial de esa fiesta religiosa, que los gremios se obligaron á erigir teatros en honor del Santo Sacramento.
Y así, se la leyó toda, que, por quedar ya referida, no se pone aquí; y luego sacó otra de la duquesa, que decía desta manera: Amiga Teresa: Las buenas partes de la bondad y del ingenio de vuestro marido Sancho me movieron y obligaron a pedir a mi marido el duque le diese un gobierno de una ínsula, de muchas que tiene.
A Isidora no le hacía maldita gracia la compañía; pero las circunstancias, ¡ay!, con su abrumadora lógica, la obligaron a aceptarla. Hallábase en las unas de su insidioso prestamista, y no podía evadirse. Fue víctima de una emboscada, formada en las traidoras sombras de la miseria; cayó en una trampa de infame dinero, armada con el cebo de la vanidad.
Palabra del Dia
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