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Así había conocido á Castro y á Spadoni, los cuales se limitaron á preguntarle si ganaba mucho en el juego. Al anunciar el príncipe su llegada, Toledo obligó á su ilustre compatriota á acompañarle á la estación, para presentarlo sin perder tiempo. Una gloria de nuestro país... ¡Su Alteza, que ama tanto las cosas de España!

Al examinar particularmente los dramas de Calderón, nuestro objeto inmediato ahora, daremos la preferencia á las comedias religiosas. Comprendemos bajo esta denominación, no sólo aquellos dramas, que se llaman comedias divinas, con arreglo á la nomenclatura española, sino, en general, todas aquéllas cuyo carácter predominante es el religioso.

Nos traslada á un mundo, por decirlo así, al revés del nuestro, en el cual todo lo grande y lo sublime para nosotros, por nuestra costumbre de mirarlo así, se transforma en pequeño é insensato. Sucesos burlescos, bajas locuciones cómicas, los refranes y el dialecto de las clases más abyectas del pueblo, concurren juntos á mantener á los espectadores en una risa continua.

Cuando durante mis paseos por estos lugares me olvido de mismo y, ensimismado en profundas cavilaciones, me dejo caer sobre el césped, sólo me arrancan de la soledad las pisadas del viejo podador, nuestro antiguo jardinero, que viene a visitar sus plantas como yo mis tristes recuerdos y mis fantásticas apariciones.

El ha de ser mi esposo, y justos y honestos impedimentos han estorbado que aún hasta ahora no nos habemos dado las manos. Si dineros fueren menester para alcanzar perdón de la parte, todo nuestro aduar se venderá en pública almoneda, y se dará aún más de lo que pidieren.

Una pareja de esas que se forman con una mamá aburrida y un acompañante de compromiso, vino a sentarse a nuestro lado y nos consagró una mirada de indiscreta curiosidad. Yo aproveché la ocasión para invitar a Blanca a que abandonásemos el campo al enemigo y ella aceptó.

Verdad es que nuestro poeta no ha hecho tan pródigo alarde de esta facultad como su predecesor; proponíase imprimir más solidez á sus materiales, y una forma más perfecta, y forzarla á dar de todo aquello, de que era susceptible con arreglo á un plan trazado, viéndose, por tanto, en la necesidad de limitar su imaginación á un campo más estrecho; pero, á pesar de esto, basta hojear someramente sus obras para encontrar en ellas muchas creaciones ingeniosas, aunque acaso en un principio no nos sorprendan, por la sencilla razón de aparecernos como ricos materiales, bien manejados y sometidos á ordenadas reglas; pero, aun después de conocer el uso, que Calderón ha hecho de los pensamientos de otros poetas, no podemos menos de maravillarnos de la inagotable vena de su propia fantasía. ¡Cuántas acciones y situaciones, que llevan el sello del genio, y que parecen correr de la fuente más profunda de una imaginación creadora, no se encuentran en cada una de sus obras!

Así, en tan dilatado período, el nombre de nuestro amigo, que había estado en candidatura, digámoslo así, para entrar en la celebridad, no figuró en la Guía Oficial, ni en listas de funcionarios, ni en corporaciones, ni en juntas, ni en nada que pudiera hacerle traspasar las fronteras de aquel reducido término de Ateca.

Repito, prosiguió, que no tengo trabajo que proporcionarle en esta casa. Pero si quiere usted acudir a nuestro Colegio en Carrión de la Vega, estoy seguro que su Rector, el Padre Rodríguez, le dará todo lo que le haga falta. Padre, mil gracias, replicó el hombre. He confesado y comulgado esta mañana, y estaba seguro que usted me sacaría de apuros.

¡No, Isabel, no!... Que cuando un partido está en desgracia, su política ha de ser siempre la de barrer para adentro... Por eso la señora me contestó hace poco que la invitaría para la primera comunión de nuestro príncipe en Roma... ¡Figúrense ustedes el compromiso que será para si la señora da ese paso en falso!... ¡Jesús, Jesús, qué disparate!... Pero, Isabel, cabeza de pájaro, ¿por qué no me dijiste eso a solo?...