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Actualizado: 12 de junio de 2025


LICANOR. Parto de aquesas montañas, Que, equivocando las señas, Para ser fiera eres hombre, Para ser hombre eres fiera... FENCIS. Racional nube, que el viento Para rayo suyo engendra, Pues el trueno de tu voz Espeluzna y amedrenta... IRENE. Prodigio, ilusión y asombro, Que ha bosquejado la idea De algún informe concepto De soñadas apariencias... REY. Qué mal entendido rumbo...

Una cascada de sol, traspasando los vidrios, entraba de sesgo en la estancia. El don rutilante y divino chispeaba en los objetos de plata, en el nácar y el metal de las incrustaciones, en el galón de las colgaduras, cayendo sobre el tapiz como una lluvia de oro de la mitología. Afuera, el resplandor matinal iluminaba las cornisas más altas; y el cielo, sin una nube, iba disipando su niebla.

Era un triunfo tanto más grande la belleza de la señorita Nancy Lammeter aparecer del todo seductora en semejante traje, cuando sentada a la grupa sobre un cojín, tras de su padre alto y derecho, ella le tomaba la cintura con uno de sus brazos y miraba hacia abajo, con ansiedad vigilante, los charcos de agua, cubiertos por una nube traidora que lanzaba salpicaduras formidables bajo los golpes de los cascos de Dobbin.

La cabalgata se alejaba más de prisa de lo que hubiera deseado, entre una nube de polvo, y sobre las piedras del camino se encontraba caído un joven, sin conocimiento y con la frente ensangrentada y el bastón, roto en dos pedazos, cerca de él. Clementina tenía un genio resuelto, probado en muchas circunstancias.

14 Y miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del hombre, que tenía en su cabeza una corona de oro, y en su mano una hoz aguda. 15 Y otro ángel salió del templo, clamando con alta voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar te es venida, porque la mies de la tierra está seca.

De pronto vio cómo buscaba algo en su faja y avanzaba una mano hacia el suelo, sin detenerse en sus evoluciones y saltos. Una nube de humo se esparció sobre la tierra, y entre sus blancas vedijas marcáronse, pálidos y sonrosados por la luz del sol, dos rápidos fogonazos. A continuación sonaron dos truenos.

Respondió don Quijote: -Has de saber, Sancho, que este barco que aquí está, derechamente y sin poder ser otra cosa en contrario, me está llamando y convidando a que entre en él, y vaya en él a dar socorro a algún caballero, o a otra necesitada y principal persona, que debe de estar puesta en alguna grande cuita, porque éste es estilo de los libros de las historias caballerescas y de los encantadores que en ellas se entremeten y platican: cuando algún caballero está puesto en algún trabajo, que no puede ser librado dél sino por la mano de otro caballero, puesto que estén distantes el uno del otro dos o tres mil leguas, y aun más, o le arrebatan en una nube o le deparan un barco donde se entre, y en menos de un abrir y cerrar de ojos le llevan, o por los aires, o por la mar, donde quieren y adonde es menester su ayuda; así que, ¡oh Sancho!, este barco está puesto aquí para el mesmo efecto; y esto es tan verdad como es ahora de día; y antes que éste se pase, ata juntos al rucio y a Rocinante, y a la mano de Dios, que nos guíe, que no dejaré de embarcarme si me lo pidiesen frailes descalzos.

2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar; 3 y todos comieron la misma vianda espiritual; 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la Piedra espiritual que los seguía, y la Piedra era el Cristo. 5 Mas de muchos de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.

Y tan borracha como los otros, apoyando su cabeza rubia en una mano, la Marquesita le contemplaba con los ojos entornados; unos ojos azules, cándidos, que parecían no manchados jamás por la nube de un pensamiento impuro.

Cuando se exhorta á Leónido á acordarse del cielo y corregirse, contesta siempre de esta manera: Que lo pague Dios por , Y pídamelo después. Su corrupción llega hasta el extremo de dar un bofetón á su padre y de atentar al honor de su hermana, cuyo esposo lo desafía. Espéralo en el lugar designado para el duelo, en donde es atacado por una nube de moros.

Palabra del Dia

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