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Actualizado: 1 de junio de 2025
La advertencia no podía ser más clara ni más enérgica, y unida á la amenazadora actitud del novicio, cuyas fuerzas eran bien conocidas de todos, bastó para que los legos retrocedieran más que de prisa y para espantar á los religiosos, que se precipitaron en tropel hacia la puerta.
Dios perdone sus pecados, y quiera darme tiempo a mí mesmo para purgar los míos en esta santa casa de religiosos. ¿Y cuál ha sido su muerte? volvió a preguntar la doncella, con expresión tímida y ansiosa, sentándose en el extremo del escaño. Su muerte respondió el novicio dice harto bien lo que fue su contrición.
He de permitirme, no obstante, hacer algunas observaciones, y aun de atreverme a aconsejarte y amonestarte, pues aunque novicio y más joven que tú, soy como el apoderado y representante del sapientísimo Padre Ambrosio, en cuyo nombre hablo.
El día siguiente cumplió sus deberes con la mayor exactitud, pero el hermano Gilberto, el novicio, notó la tristeza de su rostro, y el prior lo miró a menudo en el refectorio.
Para el novicio o recluta de la sabiduría, ¿qué honra más superfina y disparatada que la de ser presentado y bien recibido, por ejemplo, en el año 1873 a que nos referimos, por el sabio Ernesto Renan o por el espiritualista Caro, almibarado filósofo y maestro de filosofía para las damas? ¿Y qué mayor encanto en el mismo año de 1873 que el de hablar con Víctor Hugo o con Flaubert que aún vivían?
La pobre niña no podía felicitarse mucho del resultado final de su diplomacia. De tiempo en tiempo trataba de lanzar al triunfante señor de Bevallan miradas llenas de desdén y de amenaza; pero en esa atmósfera tempestuosa que hubiera inquietado seguramente á un novicio, el señor de Bevallan respiraba, circulaba y revoloteaba con la más perfecta facilidad.
Pero Fray Diego de Berguén tenía en mucho la buena disciplina de la comunidad para permitir que ésta quedase bajo la impresión de la rebeldía triunfante del novicio; así fué que convocando nuevamente á los hermanos les dirigió una filípica como pocas, comparando la expulsión del iracundo Tristán á la de nuestros primeros padres del Paraíso, llamando sobre él los castigos del cielo y advirtiendo de paso á sus oyentes que si algunos de ellos no mostraban más celo y obediencia que hasta entonces, la expulsión de aquel día no sería la última.
Pero evidentemente la vida mundanal no tenía terrores para el novicio, antes le atraía y agradaba, á juzgar por la expresión regocijada con que oyó el anuncio de su expulsión. Su contento acrecentó la iracundia de Fray Diego, quien continuó diciendo: Esto por lo que al castigo espiritual se refiere. Pero á los malos servidores de Dios, de corazón empedernido, poco les duelen tales penas.
Bogaba por el mar de Cerdeña, acompañado de siete u ocho carabineros de mar. ¡Penoso viaje para un novicio! En todo el mes de marzo no habíamos disfrutado de un solo día bueno. El viento del Este nos había combatido con fiereza y el mar no abonanzaba. Una tarde, que capeábamos el temporal, nuestra barca se refugió a la entrada del estrecho de Bonifacio, en medio de un archipiélago de islillas.
Ya tenemos al hombre en presencia del globo que acaba de descubrir; veisle cual músico novicio ante un órgano de grandes dimensiones, del que apenas hace brotar algunas notas. Salido de la Edad Media, reino de la teología y la filosofía, encuéntrase poco menos que salvaje; del sagrado instrumento sólo ha sabido romper las teclas.
Palabra del Dia
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