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Actualizado: 6 de junio de 2025


Zuzie, ¡sois vos, mi Zuzie! ¡Qué bien habéis hecho en venir! Sentaos aquí, junto a , muy cerca de . Y se recostó como un niño en los brazos de su hermana, acariciando con su cabeza ardiente los frescos hombros de Zuzie; después, de repente, se echó a llorar, con grandes sollozos que la sofocaban. Bettina, mi querida Bettina, ¿qué tenéis? Nada, nada... son los nervios... es la alegría.

Entonces la miró con fijeza; después, besándola, la empujó suavemente hacia su madre. Como si hubiese leído alguna trágica amenaza en el fondo de aquellos ojos que no cambiaron de expresión para los demás asistentes, Raquel retrocedió, ahogando un grito. ¡Qué nervios tiene esa chica! dijo alguien en voz baja.

No lo ; yo no lo había notado, lo confieso, pero ya me voy inclinando a su parecer. Estas escenas nocturnas.... Son los nervios, Quintanar. Pues guerra a los nervios ¡caracoles! ... Nada; fallo; que debo condenar y condeno esta vida que haces, y desde mañana mismo otra nueva.

En aquel entonces se encontraba sostenida por una tensión sobrenatural de los nervios y toda la energía batalladora de su carácter, que la ayudaban á convertir aquella escena en una especie de lóbrego triunfo.

Se hallaba en un período de gran actividad intelectual: la placidez y amenidad del sitio, la paz del hogar, la tranquilidad de sus nervios invitábanle al trabajo.

Luego se acomodaron otros seis a la lucha, donde con mayor gallardía dio de muestra el mozo: descubrió sus dilatadas espaldas, sus anchos y fortísimos pechos, y los nervios y músculos de sus fuertes brazos, con los cuales, y con destreza y maña increíble, hizo que las espaldas de los seis luchadores, a despecho y pesar suyo, quedasen impresas en la tierra.

Montó en él de un salto y cayó en un ataque de nervios. La sacaron en malísimo estado y la subieron a su cuarto entre dos criadas. Cuando Osorio se presentó no pudo enterarle más que con palabras sueltas e incoherentes de lo que había acaecido. Ocho o diez días estuvo postrada en la cama. Al fin salió de ella con un deseo tal de vengarse, que algunos pensaron que se había vuelto loca.

Para Paris no será alto, señora, pero mis nervios no tienen el gusto de Paris; Paris no me ha dado otros nervios, y con permiso de Paris, he resuelto volverme al piso principal. Suban ustedes otro poco, es aquí; verán ustedes qué vista tiene. Si no les acomoda, bajarán; pero examinen siquiera la habitacion.

Huyó del café, como si odiase a las gentes y tuviese necesidad de tinieblas y silencio. En la cubierta de los botes ocupó un sillón, mojado por la humedad. Este aislamiento lóbrego aplacó sus nervios... Nadie. Los pasajeros estaban ya en sus camarotes o se mantenían en el paseo dando vueltas por las inmediaciones del café, como pájaros nocturnos atraídos por un faro.

La influencia de la plata en la vida vegetativa procede de su accion especial sobre la estremidad de los vasos capilares, y no por una accion particular sobre los nervios ganglionares: esto es lo que resulta de los caractéres que acabamos de indicar en la mayoría de sus síntomas relativos á la vida vegetativa, de su prurito y de sus efectos terapéuticos.

Palabra del Dia

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