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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Embarcose más tarde para la expedición al estrecho de Magallanes en la corbeta Santa María de la Cabeza, que mandaba Don Antonio de Córdova; también se halló en los gloriosos combates que sostuvo la escuadra anglo-española contra la francesa delante de Tolón en 1793, y, por último, terminó su gloriosa carrera en el desastroso encuentro del cabo de San Vicente, mandando el navío Mejicano, uno de los que tuvieron que rendirse.
En tal estado, llegó el año de 1662, en que tocó en la principal de las islas llamada, como ya dijimos, Guajan, el navío San Damián, que procedente de Acapulco se dirigía á Manila.
Los navios que hubieren de entrar, pueden esperar al abrigo de la isla de los Reyes el viento favorable, y entrar cuando la marea esté sin fuerza, llevando en el tope algunos de los pilotos que avise para el gobierno del timon: que de esta suerte entró ahora con felicidad este navio de San Antonio.
MUCHAS VOCES. No sabemos leer... No le creáis... es un lazo que nos tiende... ¡Al agua! UNA MUJER. ¡Ah! ¡qué dicha, Virgen santa! Aquí está la procesión. Mira, Juana, estamos muy cerca del cadalso, y tiene dos escaleras. JUANA. Eso es porque el reo había mandado un navío de guerra; el verdugo subirá por una escalera y él por otra.
Determinamos de esperar el venidero día, por ver si con la claridad descubríamos algún navío, y quiso la suerte que descubriésemos dos, el uno que salía del abrigo de la tierra, y el otro que venía a tomarla; conocí que el que dejaba la tierra era el mismo de quien habíamos salido a la isla, así en las banderas como en las velas, que venían cruzadas con una cruz roja; los que venían de fuera las traían verdes, y los unos y los otros eran cosarios.
Hecho esto, y hecha oración al cielo, suplicándole encaminase nuestro viaje y favoreciese nuestros tan honrados pensamientos, mandé izar las velas, que aún se estaban atadas a las entenas, y que las diéramos al viento, que, como se ha dicho, soplaba de la tierra, y, tan alegres como atrevidos, y tan atrevidos como confiados, comenzamos a navegar por la misma derrota que nos pareció que llevaba el navío de la presa.
Creíamos encontrar la salvación, cuando un buque inglés de guerra nos capturó y nos llevo al navio que días antes nos había dado caza. Eramos sospechosos de piratería. Sabido es que las leyes contra los piratas son muy severas. El pirata está fuera del derecho de gentes, y la ley inglesa le condena a ser colgado por el cuello, hasta que sobrevenga la muerte.
Por el oficio de V. E. de 18 de Julio ùltimo, quedo impuesto de hallarse separado de mi partida D. Martin Boneo, teniente de navio y segundo comisario de ella: cuya determinacion he comunicado al resto de la partida, y principalmente al Ministro de Hacienda, para que, enterado de ella, sepa que ha de cortarle su asiento y gratificacion. Nuestro Señor, &c.
Dejáronle con siete compañeros, Entre indios bautizados y amorosos. En el navío dando vela al viento, A Santa-Fé llegaron á contento.
Aquí saltaron quince á refrescarse, Con fin de meter agua en el navío, La gente que allí está, cura emboscarse, Con ayuda tambien de algun gentío. En ellos dan, al tiempo que embarcarse No pueden, ni huir del poderío De los nuestros; de suerte que murieron Los trece, y á los dos vivos cogieron. Davis se retirò y va huyendo, Sin saber de Candish ni la Almiranta.
Palabra del Dia
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