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Protesté contra la murmuración villaverdina de la cual era yo víctima hacía tantos días; declaré que me indignaba oír tantas mentiras como repetían las gentes, y supliqué a las niñas que no dieran oídos a tales dichos.

Hasta los criados contenían la murmuración soez y maliciosa cuando en sus conversaciones se pronunciaba el nombre de Lázaro, pues no hallando en quien le llevaba sino virtudes sinceras, tenía la baja lengua que callar, aun estando tan diestra en maldecir.

He ahí una sabia posición contra los murmuradores. Pero ¿y si la murmuración es justa, como sucede casi siempre? Claro que el murmurado tiende a creer que es injusta, suponiéndola muy justa cuando él se convierte, a su vez, en murmurador. La civilización tiene su origen en un vasto conjunto de temores, desde las leyes escritas hasta las prácticas sociales.

El médico del pueblo, único que se burlaba de brujas, bebedizos y de la credulidad de la gente, hablaba de separarles como único remedio. Pero los dos siguieron unidos; él cada vez más decaído y miserable; ella engordando, rozagante y soberbia, insultando a la murmuración con sus aires de soberana.

Pero esto no evitó que la murmuración siguiese haciendo su camino, y los noveleros empezaron á afirmar que la misteriosa enfermedad del poeta era igual á la del Padre de los Maestros, teniendo ambas el mismo origen.

Los dos en uno continuaba el joven, con sorda exaltación, unidos para siempre; mirándose en los ojos como en un espejo; repitiendo sus nombres con la entonación de una estrofa; morir así si era preciso para librarse de la murmuración de la gente. ¿Qué les importaba a ellos el mundo y sus opiniones? Y Leonora, cada vez más débil, seguía negándose. No, no;... tengo vergüenza.

Y el Tato acababa sus confidencias con suposiciones obscenas. Esta murmuración contra el cardenal, que subía desde la sacristía hasta el claustro, irritaba al hermano de Gabriel. El Vara de palo, soldado raso de la Iglesia, no podía escuchar con calma los ataques a sus superiores. Para él todo eran calumnias.

Era costumbre tradicional en las Claverías: Gabriel recordaba haber visto lo mismo en su infancia. Si se hablaba del arzobispo anterior, aquella gente, habituada a la murmuración, como todos los que viven en cierto aislamiento, soltaba la lengua comentando su historia y sus defectos. A prelado muerto no había que temerle.

Miranda se lo pintó así, y el señor Joaquín convino en ello: las inteligencias medianas ceden siempre al aplomo que las fascina. El que conozca un tanto las ciudades de provincia, imaginará fácilmente cuánto comentario, cuánta murmuración declarada o encubierta provocó en León la boda del importante Miranda con la obscura heredera del ex lonjista.

Vamos, Paco, no sea usted malo exclamó D.ª Feliciana con una mueca que revelaba la influencia fascinadora que sobre su alma ejercía la murmuración. Si usted fuera á dar crédito á todo lo que se dice, Paco añadió D. Marcelino, pasaría la vida escuchando necedades.