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Actualizado: 5 de junio de 2025


El había sido siempre el protector, el amoroso á estilo oriental, incapaz de interesarse por otras hembras que las de su harén, que todo lo deben á su munificencia, desde el chapín á los penachos del turbante, las joyas que adornan su pecho, las confituras que las nutren, la pipa que fuman, el instrumento que acompaña sus cantos. No le interesaba Alicia como mujer. ¡Ni ella ni otra!

Oigan ustedes este golpe: Un día dije: 'Voy a ver a D. Amadeo'. Pido mi audiencia, llego, entro, me recibe muy serio. Yo imperturbable, le hablé de mi asilo y le dije que esperaba algún auxilio de su real munificencia. ¿Un asilo de ancianos? me preguntó. 'No señor, de niños'. ¿Son muchos?. Y no dijo más. Me miraba con afabilidad. ¡Qué hombre!, ¡qué bocaza!

Creíase poco menos que papisa y se hubiera atrevido a excomulgar a cualquiera provisionalmente, segura de que el Papa sancionaría su excomunión; trataba de potencia a potencia al Obispo, y Ripamilán, que no la podía ver porque era un marimacho, según él, la llamaba el Gran Constantino, aludiendo al Emperador que protegió a la Iglesia. «Piensa la buena señora que por haber sabido conservar con decoro las tocas de la viudez y por levantar edificios para obras pías es una santa y poco menos que el Metropolitano». Tenía razón el Arcipreste; doña Petronila no pensaba más que en su protección al culto católico y opinaba que los demás debían pasarse la vida alabando su munificencia y su castidad de viuda.

A seguida cumplió este rey con los deberes de la religion, y entre otros varios actos de munificencia piadosa, se cuenta la donacion de la ALJAFERÍA á la Religion de S. Bernardo, á devocion de este Santo Patriarca que florecia entonces en santidad y letras, cuya donacion dice Luis Lopez que no se sabe si tuvo efecto, pero por los documentos de que haré mérito á seguida, se evidencia, que se atendieron los derechos del monasterio para que por uno de sus monges se sirviese la capilla .

Facia inclinó la cabeza y se tapó la cara con las manos, como si se avergonzara, en su humildad, de aquella inmerecida munificencia de su señor; Tona sufrió una sacudida de arriba abajo, como si la hubieran aplicado una descarga eléctrica; Chisco no movió pie ni mano ni una sola fibra de todo su cuerpo, pero se puso muy descolorido.

El hecho era grave, y aquel despilfarro rompería de un modo harto brusco las tradiciones de la familia. Mas ¡era tan hermosa la manteleta...! Los parisienses la habían hecho para ella... Se determinaba, ¿ o no? Se determinó, , y para explicar la posesión de tan soberbia gala, tuvo que apelar al recursillo, un tanto gastado ya, de la munificencia de Su Majestad. Aquí de las casualidades.

Se puso éste en acecho; y un día en que los dos hermanos platicaban alegremente, Soledad de la parte de dentro del mostrador, Miguel de la parte de fuera, comiéndose una magra de jamón que la munificencia de aquélla le había suministrado, bien ajenos de que pudieran ser sorprendidos, pues Velázquez se había ido á Puerta de Tierra, presentóse éste de improviso.

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