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Actualizado: 4 de junio de 2025
Era el momento conveniente, porque gran número de alemanes, casi todos estudiantes de filosofía, de derecho y de medicina, con las caras llenas de cicatrices a consecuencia de los duelos tenidos en las cervecerías de Munich, de Jena y de otras partes, y que luchaban contra nosotros en virtud de la promesa que se les había hecho de concederles ciertas libertades después de la caída de Napoleón; todos aquellos mozalbetes intrépidos trepaban asiéndose de pies y manos del hielo y trataban de saltar a las trincheras.
Su cortísima historia, diez páginas sueltas de la de Alemania, puede leerse en las calles de Munich, gigantesca, desproporcionada, toda en pinturas y en monumentos, como uno de esos libros que se regalan a los niños como aguinaldo, con poco texto y muchas láminas. En París sólo tenemos un arco de triunfo.
Los habitantes de Munich pasean sus alegrías del domingo sobre ese hermoso lago y dentro de los abiertos parques de las residencias que lo circundan. La guerra no había alterado esta costumbre: El día que yo pasé en él, al borde del agua, estaban atestados de gente los merenderos, gruesas señoras sentadas en corro ahuecaban sus faldas sobre las praderas.
Schack, prefiriendo á todo su independencia, no aceptó, á la verdad, la envidiable posición que el Rey le ofrecía cerca de su persona, pero tampoco se opuso á presentarse á este soberano tan ilustrado en una excursión que hizo á Berchtesgaden, siendo recibido con el mayor agrado, y dando esto motivo á que Schack, durante algunos años, residiese en Munich en los meses de invierno.
Pero lo que interesaba á Ferragut era el plural empleado por ella al hablar de tales industrias. ¿Quién fabricaba las antigüedades peruanas?... ¿Era su marido el sabio?... No dijo Freya tranquilamente ; fué otro: un artista de Munich. Tenía escaso talento para la pintura, pero una gran inteligencia para los negocios.
A los diez días de estancia en Munich, no había recibido aún ninguna noticia de mi tragedia japonesa. Comenzaba a desesperar de poseerla, cuando una noche, en el jardín de la cervecería donde acostumbrábamos comer, vi llegar a mi coronel con la cara llena de júbilo. ¡Ya está en mi poder! me dijo, venga mañana por la mañana al museo. La leeremos juntos. ¡Ya verá qué bonita es!
La primera visita del extranjero en Munich es la de la célebre galería de pinturas que enriquece la ciudad . Hay ciertamente mucho que ver y admirar en el museo de Munich.
Las calles de Munich producíanme un extraño efecto al salir de allí con los ojos deslumbrados por todos aquellos reflejos de laca y jade, por los chillones colores de los mapas geográficos, especialmente los días en que el coronel me había leído una de aquellas odas japonesas de una poesía casta, sublime, tan original como profunda.
El palacio está elegantemente vestido y decorado; el arte y el buen gusto le llenan . La universidad de Munich, á la cual asisten jóvenes de todas las naciones, suministra á la capital de Baviera una agradable novedad para el extranjero.
Me vuelvo furioso hacia mi cochero, y le hago comprender a fuerza de gestos que se ha equivocado, que la Embajada no está allí. Ya, ya responde el hombrecillo sin inmutarse, y volvemos a Munich.
Palabra del Dia
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