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Actualizado: 4 de junio de 2025


Y ahora que quedan recopiladas y en compendio mis impresiones de Italia, el lector me sigue á una corta expedicion al que fué un dia teatro de Lola Montes, y desde allí á Viena. De Berna á Munich, capital de Baviera, hay solamente un paseo.

Miss Mary Gordon, rubia idealista, hija del gobernador de un archipiélago inglés de Oceanía, que viajaba por Europa sin otro acompañamiento que el de una doméstica, le había conocido un verano en un hotel de Munich, y ella fue la que, impresionada, dio los primeros pasos. El español era, según la miss, un vivo retrato de Wagner joven.

Para convencerse de ello, es suficiente ver a Munich. La noche de mi llegada, una hermosa noche de domingo llena de estrellas, toda la población vagaba por las calles. Flotaba en el aire un alegre rumor confuso, tan vago ante la luz como el polvo que levantaban los pasos de todos aquellos paseantes.

El templo de la Gloria, que se levanta gallardo sobre la altura Sendling, es de estilo dórico: contiene doscientos bustos de celebridades nacionales. Delante del edificio se admira una colosal y grandiosa estatua de bronce. El rio Isar corre cerca de Munich, y alegra y fertiliza su campiña.

Ni vergüenza por las derrotas, ni odio al vencedor. ¡Es el primer ejército del mundo! me decía orgulloso el fondista de la Grappe-Bleue, al siguiente día de la batalla de Kissingen; y ésa era la opinión general en Munich. En los cafés arrebatábanse de las manos los periódicos de Berlín.

Jaime, irritado, se proponía dominarla: por algo era hombre. Al fin fue consiguiendo que el piano sonase menos y que ella viese en su persona algo más que un retrato viviente del ídolo. En su feliz embriaguez les pareció feo Munich y enojoso aquel hotel donde les habían conocido extraños el uno al otro.

El señor de Sieboldt había muerto repentinamente aquella noche. No quise detenerme más y aquella misma tarde salí de Munich sin ánimo para perturbar toda aquella desolación nada más que por un antojo literario, y por esta causa no pude saber de la maravillosa tragedia japonesa más que el título: ¡El Emperador ciego!

Palabra del Dia

rigoleto

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