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Ese ánade como el otro y como todos los demás que has cazado mueren de orgullo de verse tiroteados por ti. ¡Sería mucha galantería! replicó la joven ruborizándose de nuevo. Llamó a los perros para que le acompañasen.

Su gente es mucha, mas su fuerza es poca, Desnuda, mal armada, que no tiene En su defensa fuerte, muro ó roca. Cada uno mira si tu armada viene, Para dar á los pies el cargo y cura De conservar la vida que sostiene. De la esquiva prisión amarga y dura, Adonde mueren quince mil cristianos, Tienes la llave de su cerradura.

Yo lo que digo es que muerto el perro se acabó la rabia, y que muerta la cabeza, manos y pies se mueren... Miales, miales; dan vueltas para que les vean mejor. Ahora vuelven para acá; ya vus hemos visto bien. »¡Valientes perdularios! Si hubiera un hombre de corazón, ¿a dónde iríais a parar todos?

Con lo que hoy ganan los mineros no se mueren materialmente de hambre en un día o en un mes; pero al cabo de cuatro o cinco años, . La mayor parte de los que aquí sucumben son víctimas, en realidad, del hambre. Bien alimentados podrían resistir el hidrargirismo. Los niños, por su menor resistencia orgánica, son los que primero se intoxican.

Lo importante era instalarse en ella, ¡y que se atreviese alguien á tocar lo suyo!... El senador miró con asombro á este burgués enfurecido por el sentimiento de la posesión. Se acordó de los mercaderes árabes, humildes y pacíficos ordinariamente, que pelean y mueren como fieras cuando los beduínos ladrones quieren apoderarse de sus géneros.

La enfermedad mas frecuente es la que llaman los portugueses del bicho: y de la cual mueren muchos, porque no saben curarla. La enfermedad consiste en una extremada laxitud del orificio con disenteria, y algo de calentura.

Dígoos verdad, señor compadre, que, por su estilo, es éste el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros, y duermen, y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros deste género carecen.

Viéndose en el mundo vulgar, como simple mujer de labrador, después de haber sido primera dama en el Paraíso, tuvo que hacerse á toda prisa un manto de hojas secas que la protegiese del frío y le permitiera mostrarse con un aspecto de persona decente ante los seres celestiales.... Pero ¿cómo puede una señora tener buen aspecto llevando siempre el mismo vestido?... Esto equivalía, además, á colocarse al mismo nivel de los animales inferiores, que desde que nacen hasta que mueren llevan siempre el mismo pelaje, las mismas plumas ó el mismo caparazón.

Pero la parte indudablemente más divertida es la de oír, acercándose a los corrillos, los votos particulares de cada cual: éste la juzga mala porque dura tres horas; aquél porque mueren muchos; el otro porque hay gente de iglesia en ella; el de más allá porque se muda de decoraciones: esotro porque infringe las reglas: los contrarios dicen que sólo por estas circunstancias es buena. ¡Qué Babilonia, santo Dios! ¡Qué confusión!

La popa estaba lisa y en los costados ni una señal del número de filiación y nombre de la matrícula, un ser desconocido que se moría entre aquellas otras barcas, orgullosas de sus pomposos nombres, como mueren en el mundo algunos, sin desgarrar el misterio de su vida. Pero el incógnito de la barca sólo era aparente.