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Actualizado: 30 de abril de 2025
Los mudéjares vienen de los alárabes y de los agemes africanos y de otras naciones, y son los que se quedaron en España en los lugares rendidos por vasallos de los reyes cristianos, á los cuales, porque servian y hacian guerra contra los otros moros, los llamaron por oprobio mudegelim»... Rebelion y castigo de los moriscos, lib. II, cap.
Si, en cambio, no todas aquellas mujeres de bien se distinguen por una completa ó total limpieza subjetiva, cúlpese al Sr. D. Felipe II, que dictó cierta endiablada pragmática, prohibiendo á los moriscos y moriscas de Granada el pícaro uso de los baños domésticos. La Granadina, en general, recibe y hace muy pocas visitas.
Húndense las últimas casas de tus moriscos; desaparecen bajo la mano del embadurnador los bien labrados estucos de tus monumentos árabes; las columnas de marmol de tus alcázares rechazan ya los arcos festonados de tus misteriosas galerías; ¿cómo no corres á detener con tu mano la artesonada techumbre de tus antiguos salones, las fuentes que decoraban tus jardines, las murallas que sirvieron de escudo á tus guerreros, los voluptuosos patios en que soñaron tus sultanas, los encantados miradores en que distrajeron su melancolía las cautivas de tus reyes?
Pintó luego una obra que se ha perdido: la Expulsión de los moriscos. La intolerancia popular, la adulación de los cronistas y la propia superstición, harían creer a Felipe IV que aquel acto impolítico y cruel era lo que más honraba la memoria de su padre, y quiso eternizarlo. Miradas las cosas con imparcialidad, es disculpable que el Rey pensase así.
Ramiro creía reconocer las palabras del Nuevo Testamento, dichas en el modo de los moriscos de España. Ella, sagazmente, salmodiaba el capítulo de María: «Loor a María... Alabad el día en que se alejó de su familia hacia el saliente, tomó un velo para cubrirse, y nosotros le enviamos a Chibril, nuestro espíritu en forma humana.
Hoy cerrado al culto, profanado, despojado, convertido en almacen de maderas, ofrece dificil paso á la célebre capilla de los mártires patronos de Córdoba este templo, cuyo pavimento cruzaba de rodillas desde la entrada un monarca tan prepotente como Felipe II cuando iba á venerar las santas reliquias de aquellos. Edificios árabes y moriscos.
Comprenderéis que me refiero á la insigne heroína doña Mariana Pineda..... ¡En tratándose de la Mariana, las Granadinas no tienen opiniones! Todas la admiran, la compadecen, la lloran y le rinden verdadero culto. ¡Para ellas, aquel trágico suceso es lo único que ha ocurrido en Granada desde la expulsión de los moriscos!..... De lo demás no tienen noticia..... Ni ¿qué es lo demás?
Su discreción alcanzaba la tempestad que hubiera alzado si a la borrascosa condición del primo, y al receloso natural del tío, y al odio de todos los moriscos para con sus vencedores, hubiera venido a juntarse una sospecha, verificada al punto con la prueba plena de un billete.
En consecuencia de lo expuesto, considero yo la lucha entre moros y cristianos, que empezó en el Guadalete y acabó en Granada, con el epílogo de la rebelión de los moriscos alpujarreños, como una larguísima guerra civil, que duró siete u ocho siglos.
Esta senda era la que conducía al principal pueblo de la comarca, y por ello, y por no ser tan riscoso el terreno por aquella parte, ofrecía cierta apariencia y espaciosidad muy de molde para emprender un buen paseo, que por tácito consentimiento de los paseantes, tenía su término en una blanca capilla, alzada a San Sebastián por el buen celo de los cristianos viejos que habitaban entre los moriscos de aquellas quebradas.
Palabra del Dia
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