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Actualizado: 15 de octubre de 2025
Mi ausencia significaría que yo había muerto y sabía que en tal caso el Rey no me sobreviviría cinco minutos. Dejando por el momento a Sarto y su gente, referiré lo que hice por mi parte aquella memorable noche. Salí del palacio de Tarlein montando el mismo vigoroso caballo en que regresé del pabellón de caza a Estrelsau el día de la coronación.
Y montando con más arrojo que donaire y acompañada de su robusto marido, partióse al trote corto, y es fama que durante el camino no dirigió la palabra á su consorte. Volvió Laura á la soledad de su cuarto. El día seguía despejado y caluroso. Era la hora de la siesta. Los ruidos del campo se habían apagado por completo.
En adelante, iba á ser una cosa bajo el dominio de estos hombres, que podrían disponer de él á su capricho. ¡Ay, por qué se había quedado!... Obedeció, montando en un automóvil al lado del oficial, que aún conservaba el revólver en la diestra. Sus hombres se esparcían por el castillo y sus dependencias para evitar la fuga de un enemigo imaginario.
Finalmente, habiendo salido de las chacras todos los moradores, se puso fuego á las casas, y todo el pueblo ardió; y montando á caballo ultimamente los PP., siguieron al pueblo.
Haciendo un heroico esfuerzo y completamente absorto en una sola idea, olvidó el dolor de su herida, y montando de nuevo corrió hacia Rattlesnake-Creek. Pero el aliento de Jovita era ya entrecortado, Federico vacilaba en la silla y el cielo se aclaraba ya del todo. ¡Adelante! ¡Corre, Jovita! ¡oh, día, si pudiese detenerte con una mano! En los últimos pasos sentía ya un zumbido en sus oídos.
Esa es la fija, y hasta la primera contestó don Celso montando a caballo. Quede usted con Dios, buen hombre añadió el candidato, montando también, abrochándose las solapas y poniéndose los guantes, señal de que nada se prometía ya del brillo de sus alhajas para mover el ánimo de aquel pedazo de bruto, con costras de taimado... y de sebo....
Montando con rapidez, subió por la arenosa ribera y desapareció en la polvorienta perspectiva del camino de Wingdam como presuroso para alejar de sí una idea ingrata.
Una tempestad que volcaba muchos navíos dentro del río de Lisboa alcanzábale en pleno Océano montando una carabela maltratada por la navegación en los mares de la India y que hacía agua por todas partes. Cree que Pinzón se ha perdido en el otro buque y que sólo queda él para dar al mundo la gran noticia: la gran noticia que todos ignorarán si él perece.
Como nosotros, iban muchos con el mismo objeto. Otros venían; de suerte que había bastante movimiento de coches en el camino. También se veían algunos señoritos, en traje de chulo, montando los hermosos y petulantes caballos de la tierra. Ningún buen aficionado de Sevilla, por lo que pude entender, deja de ir a Tablada la víspera de la corrida.
El conde iba montando en cólera y toda una antigua levadura de celos retrospectivos fermentaba de repente en el fondo de su ser estragado. Raúl trataba de reírse. ¡Celoso yo!... ¡Y de una cincuentona!... Vamos allá, querido, tu reloj retrasa... No, pero no quería ser engañado, y si sus sospechas eran fundadas, entonces... Entonces, ¿qué? ¿Qué le importaba a él?
Palabra del Dia
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