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Actualizado: 23 de mayo de 2025
Lo demás, trípticos y tablas, espadas y armaduras de los Torreroel de la Reconquista, las riquezas exóticas traídas de las Indias por los virreyes, y los regalos que varios monarcas de Europa habían hecho a sus abuelos, embajadores que dejaron en las cortes más famosas el recuerdo de su fastuosidad principesca, todo había ido desapareciendo después de noches terribles en que la fortuna le volvía la espalda en la mesa de juego, consolándose de su desgracia con juergas estruendosas, de las que hablaba Jerez durante mucho tiempo.
En tanto que duró la composición de su comedia, no dejó de venir a la huerta, ni a mí me faltaron mendrugos, porque los repartía conmigo con mucha liberalidad, y luego nos íbamos a la noria, donde, yo de bruces y él con un canjilón satisfacíamos la sed como unos monarcas.
Cuando Felipe II conoce el naufragio de la Invencible, la muerte de tantos miles de hombres, el dolor de media España, no pestañea. «La envié a pelear con los hombres, no contra los elementos.» Y sigue su rezo: en El Escorial. La tristeza impasible y feroz de los monarcas gravita sobre la nación. Por algo fue el negro durante varios siglos el color favorito de la corte de España.
Ramiro recordó con misteriosa inspiración que aquellos muros habían alojado a uno de los reyes más gloriosos de la historia, a un monarca de monarcas que acabó por arrojar el cetro y la corona para refugiarse en escondido monasterio; y, al pronto, el fantasma del Emperador Carlos Quinto apareció ante sus ojos con el rostro medio oculto por la capilla de un hábito.
La opinión, admitida sin correctivo, de que esto sucedía entonces con exceso, se refiere á un período, en que casi todas las potencias europeas miraban á los monarcas españoles con envidia y saña, cuya circunstancia nos avisa que no la aceptemos incondicionalmente y sin el examen debido.
Curiosos son los pormenores de la cuenta de otros gastos, no solo por el conocimiento de lo que la Ciudad hizo, sino por el del séquito palatino que acompañó á los monarcas en aquella ocasión. Cien mil mrs. á la Reyna como obsequio ó dádiva de la Ciudad. Cincuenta mil á los oficiales de las Casas Reales en esta forma. «A barrasa cauallerizo e aposentador de nro. señor el rey , 2000.
Pero en definitiva, la tradicion de la monarquía era para los pueblos un principio histórico íntimamente ligado á la tradicion de las libertades ó fueros municipales que los monarcas habian respetado.
Dominado el país en el siglo VIII por los Sarracenos, fué tambien el asiento de los vireyes moros, y despues la capital del poderoso reino de Toledo. Por último, recobrada en el siglo XI por el rey castellano Don Alfonso VI, fué todavía la capital de los monarcas españoles, hasta que en el siglo XVI trasladó Felipe II su corte á Madrid.
En un folleto publicado por D. José Gestoso, con el título de Los Reyes Católicos en Sevilla, en el que se insertan interesantes documentos sobre la permanencia de los monarcas castellanos en nuestra población, se leen los siguientes acuerdos, relativos á fiestas de toros del año 1478 con motivo del bautizo del Príncipe don Juan.
Le respeta la tolerancia con que los monarcas sarracenos acogían todas las doctrinas religiosas, y convierte a sus dos hermanas, dos hermosas moras que toman los nombres de Gracia y María, e inflamadas de santo entusiasmo quieren acompañar al hermano en sus predicaciones. Pero el viejo rey de Carlet había muerto.
Palabra del Dia
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