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Era blanca y sonrosada, sin la rudeza cobriza y dura de las hembras del campo. Tenía en sus facciones una delicadeza de monja aristocrática y bien cuidada, una pálida suavidad, animada por el reflejo luminoso de la dentadura y el tímido brillo de sus ojos bajo el pañuelo semejante a una toca monástica.

Se desclavaban las tablas, Se desquiciaban los techos, Gemían todos los bancos, Crujían los aposentos, Y el cobrador no podía Abarcar tanto dinero . Este aplaudido actor, en medio de sus triunfos, tomó la resolución de renunciar al mundo, y de entrar en una orden monástica rígida; pero un suceso imprevisto impidió que llevara á cabo su propósito y volvió luego al teatro.

De aquí que no tuviese la menor inclinación ni vocación a la vida monástica. Pero como a doña Inés se le había puesto en la cabeza que ella fuese monja, y cuando formaba un plan era punto menos que imposible hacerla desistir, la pobre Juanita se veía muy apurada.

Pero como dije antes, tu padre no quería dedicarte irrevocablemente á la vida monástica; la elección dependerá de , y no has de hacerla ahora, sino cuando tengas alguna experiencia de la vida, para resolver con acierto. ¿Y no impedirán mi partida los cargos que he ejercido ya en la comunidad, aparte de mis funciones de amanuense? En manera alguna. Veamos: ¿has sido despensero y acólito?

Roger volvió á ver con alegría el hábito blanco de algunos religiosos allí aposentados y recordó conmovido sus años de vida monástica al oir la campana de la capilla convocando á vísperas.

En cambio, la existencia muda y monástica de Avila de los Santos, donde pasaba horas eternas sin escuchar otra nota de vida que el tañido de alguna campana o el canto de un gallo, le exasperaba el humor como un duro cautiverio.

A decir verdad, siempre le había sorprendido un poco que su penitenta no se acordase de la vida monástica, tan conforme con sus inclinaciones. Luego, la edad a que había llegado, traspuesta ya la primera juventud, no hacía temer que su resolución fuese hija de un deseo efímero, de una fugaz exaltación romántica, como suele acaecer a las niñas de quince a veinte años.

Cuando hablaba de las glorias terrenas y de nuestro breve paso mundanal, su discurso, lleno de monástica ironía, se instalaba en el ser, cual frígido narcótico, adormeciendo las ansias. Decíase que más de uno, al escuchar sus sermones, había corrido a un monasterio a pedir un sayal y una celda.

Don Pedro representaba la paciencia, el humor igual, el respeto silencioso, en aquella casa tranquila y limpia, que únicamente perdía su calma monástica al presentarse el dueño por unos días, entre dos viajes. Cinta se había acostumbrado á las visitas del catedrático. Al marcar el reloj las tres y media presentía sus pasos en la escalera.

De modo que en Madrid no podía darse un paso sin tropezar con una iglesia ó un oratorio. Un número inmenso de los habitantes de la población pertenecía á la clase monástica. Solamente el duque de Lerma fundó dos conventos de frailes y uno de monjas.