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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Clara las tomó, las besó mil veces, les puso agua, las acarició, se las puso en el seno, en la cabeza, y no pudo menos de mirarse al espejo con aquel atavío; las volvió á poner en el agua, y, por último, las dejó quietas en un búcaro, que tuvo la imprudencia de colocar donde Coletilla ponía su bastón y su sombrero cuando llegaba de la calle. ¡Oh!

Desde que los diversos estados de la Península formaron uno solo, se habían ya acostumbrado los españoles á mirarse como miembros de una nación poderosa, unidos por el interés común y por su elevado destino; y á consecuencia de esta unión brillante, imprimieron á su patriotismo y á su amor á la gloria el más encumbrado vuelo.

Se sentó a su lado, y en balde la madre esperó a que se dijeran algo: no hacían sino mirarse y reir.

María se soltó de los brazos de Pablo, y este cayó en profunda meditación. A la fenomenal mujer una fuerza poderosa, irresistible, la impulsaba a mirarse en el espejo del agua.

Muy lejos estoy de decir que condeno a esos hombres; ¿qué sería del mundo si todos los que, al mirarse en un espejo, descubren una verruga en su cara, fueran por desesperación a cortarse la cabeza?

Cuando el objeto que tiene que mirarse está muy alto, hay que pararse para levantar la cabeza. Permítame el lector que yo alce la frente procurando dominar con los ojos del alma la cúpula grandiosa de ese magnífico panteon, y luego le diré lo que mi pobre pensamiento ha podido ver y adivinar. Hoy terminaré con algunas curiosidades.

Por desgracia, esas hierbas se secan en muy pocas semanas, la tierra se calcina de nuevo, y los habitantes, afligidos, se ven obligados á ir en busca del agua necesaria, á las llanuras lejanas cubiertas de eflorescencias salitrosas. El agua se deposita en grandes tinajas, y les gusta mirarse en ella, lo mismo que en nuestros felices climas podemos hacer en el mágico espejo de nuestras fuentes.

El atrevimiento era tan grande, la audacia tan increíble, que extraviada la opinión por completo con estas pérfidas insinuaciones, señaló entonces con el dedo a la condesa de Albornoz y comenzó a mirarse el dintel de su palacio con el mismo horror con que se había mirado tres días antes la esquina del ministerio de la Guerra.

Los gorriones, un suponer, ¿tienen vergüenza? ¡Quia!... lo que tienen es pico... Y mirando las cosas como deben mirarse, yo digo que Dios, no tan sólo ha criado la tierra y el mar, sino que son obra suya mismamente las tiendas de ultramarinos, el Banco de España, las casas donde vivimos y, pongo por caso, los puestos de verdura... Todo es de Dios.

Son tan escasas las noticias que tenemos de la region austral del Rio de la Plata, que no debe mirarse con desprecio la série de documentos oficiales que presentamos al público. No debe esperar el lector de hallar en ellos datos, y observaciones científicas. Los mas de estos diarios han sido llevados por oficiales que no tenian mas conocimientos que los de su profesion: pero, sin pretension y sin orgullo, relataban sencillamente lo que veian, y describian con una fidelidad apreciable los parages que exploraban. Estas relaciones suelen

Palabra del Dia

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