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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Ya la están ordeñando dijo antes de saludarles . Supongo que todos tomarán leche. ¿Cómo va ese valor, doña Sofía?... ¿Y usted, D. Teodoro?... ¡Buena carga se ha echado a cuestas! ¿Qué tiene María Canela?... una patita mala. ¿De cuándo acá gastamos esos mimos? Entraron todos en el patio de la casa.
Más se consigue con el cariño, que con los azotes dijo Agapo acordándose de los sopapos y tundas de su niñez. Pues éste no echará de menos los mimos... Se oyó sonar la escalera del patinillo. Aquí le tenemos murmuró misia Casilda poniéndose muy seria. Quilito entró, con un cigarro en la boca. ¡Hola! ¡tanto bueno por acá!
¿Y qué? exclamó ella con violencia. ¿Porque es mi madre me ha de mortificar a todas horas y en todos los momentos?... ¡Si cree que yo lo voy a sufrir, está bien equivocada! ¡Anda, que la sufra ese mastuerzo, que para eso le saca los cuartos!... Aquí ya no hay mimos más que para él... Mira, Gonzalo, si quieres que seamos amigos, no me toques más esa tecla.
Después hizo con la boca unos mimos muy particulares. Su contestación no tardó mucho. «Le diré a usted... dinero tengo, pero no sé si podré disponer de él. Me traerán mañana unas cuentas muy gordas...». Mirábala a los ojos con impertinente fijeza. Rosalía hubiera deseado que no la mirase tanto y que le diese pronto el dinero.
Se repetía el caso de que, cuando ellas creían tenerle conquistado con carantoñas y mimos, él las engañaba con fingida sumisión, y escamoteándoles la voluntad, se alzaba con el santo y la limosna. Era muy listo para el mal, y hallábase dotado de seducciones raras para hacerse perdonar sus travesuras.
No sólo se ha de buscar el germen del teatro moderno en la Iglesia, sino también en otra segunda fuente muy diversa de ésta: en las bufonadas profanas y juegos mímicos de todos los tiempos y de todos los pueblos. También aquí se observa cierta analogía con la antigüedad helénica. A los deikelistas, ethelontas é hilarodas suceden los mimos, histriones y juglares.
Quintanar es feliz. ¡Y es tan bueno! ¡Cómo me cuida! ¡qué agasajos, qué mimos! Parece otro. Piensa más en mí que en la marquetería. ¡Pasa días enteros sin serrar nada! No hay alma que no tenga su poesía en el fondo. Su alegría es demasiado bulliciosa, pero es sincera. Yo no podría vivir aquí sin él.
Al verle en la cama se aproximaba a él con el vaso de leche humeante, se lo hacía beber con mimos maternales, le arreglaba el embozo del lecho y cerraba cuidadosamente ventanas y puertas para que no le molestase un rayo de luz. ¡Esas noches en la catedral! exclamaba la compañera con expresión de lamento . Te estás matando, Gabriel: eso no es para ti. El padre dice lo mismo.
Por toda respuesta, Coca abrazó y besó a su hermano, con sus naturales mimos y zalamerías... De pronto cruzó una idea por la cabeza de Adolfo... ¿Y tu capitán Pérez? dijo. ¿Estás segura de no haberle tenido nunca una simpatía más viva que a Vázquez? Ante tal pregunta soltó Coca la más sonora y franca de sus carcajadas...
Yo pregunté a la luna por los labios febriles de aquella dulce impúber, santuario del cariño, por sus mágicos ojos, que cuando me miraban eran caricias y mimos; por su boca melosa que en mis largas veladas se posaba en mi frente a calmar mi martirio.
Palabra del Dia
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