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Actualizado: 30 de abril de 2025
¡Podía convertirme en un millonario, como había sucedido con su difunto dueño! Una vez arregladas todas las cartas en el orden correspondiente: las ocho de copas, las ocho de espadas y las ocho de oros debajo de las ocho de bastos, tomé un lápiz y escribí la primera letra de cada carta.
Cuando algún millonario os cuente que aquí vamos derechos al bolchevismo, pedidle mil pesetas, y si os las niega que os las negará , es que habla por hablar y sin convicción ninguna. Hay quien dice que el bolchevismo tiende a suprimir el dinero, y esto merece cierta reflexión.
Y estuvo muy bien ayudado por hombres como usted le dije, con un tanto de impertinencia, me temo. Tal vez, tal vez, sí replicó rápidamente, con su cara enrojecida. Le prometí guardar silencio y he cumplido mi promesa, porque la posición desahogada y confortable de que gozo ahora, la debo únicamente a su generosidad. Un millonario puede hacer cualquier cosa, ciertamente.
¡Ah, Gregoria, Gregoria, si no sabes de la misa la mitad! exclamó don Bernardino con un gesto desesperado. Y soltó la bomba. ¡Si allí el arruinado no era solo Jacintito, sino él también, el opulento, el millonario don Bernardino Esteven! Desgarró la manta, tal fué la crispadura de sus dedos.
El millonario, después de ordenar esto, ya no supo qué otra cosa podía hacer. Por eso se alegró cuando su pupila le dijo que pensaba viajar por Europa, acompañada de su escudero femenino.
Los maldicientes aseguraban que eran recuerdos de amantes de su juventud, á los que la condesa había arrancado las muelas, no quedándole otra cosa que sacar de ellos. Su sentimentalismo y la libertad con que hablaba del amor justificaban tales murmuraciones. Al saber por su amiga Elena que Robledo era un millonario de América, lo miró con apasionado interés.
La señora viuda de Dupont enternecíase viendo la humildad, la gracia cristiana con que su Pablo cambiaba de sitio el misal o manejaba las vinajeras. ¡Un hombre que era el primer millonario de su país, dando a los pobres este ejemplo de humildad para los sacerdotes de Dios; sirviendo de acólito al padre Urizábal!
De estos viajes volvía humillado, con los ojos llenos de lágrimas. Tenía en la frente la huella negra de un golpe; su chaqueta estaba desgarrada. Eran rastros de un débil intento de oposición durante la ausencia del dueño al iniciar los alemanes el despojo de establos y salones. El millonario se sintió ligado por el infortunio á unas gentes consideradas hasta entonces con indiferencia.
Si Sánchez Morueta gozaba de algún afecto entre los miles de hombres que le veían pasar como un fantasma por el edificio de la dirección, era un reflejo del cariño que todos sentían por Sanabre. Aquella gente adivinaba la simpatía que el amo profesaba al ingeniero. Mientras don Fernando estuviese al lado del millonario, no había que temer que entrase en los altos hornos el espíritu de purificación santurrona que reinaba en otras fábricas.
Era notorio que existía algún motivo poderoso para que él lo hubiera nombrado administrador de la fortuna de Mabel, y, sin embargo, todo aquello era un completo enigma, exactamente como el origen misterioso de donde el millonario había obtenido su enorme riqueza.
Palabra del Dia
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