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Actualizado: 30 de abril de 2025
De repente, y sin que le hubiese caído lotería ni heredado en América a tío millonario, se le vió desplegar gran boato, dando pábulo y comidilla al chichisbeo de las comadres del barrio y demás gente cuya ocupación es averiguar vidas ajenas. Ratones arriba, que todo lo blanco no es harina.
Todas las riquezas de Villeblanche se concentraban en una adquisición, que era la más admirada por Desnoyers, viendo en ella la gloria de su enorme fortuna, el mayor alarde de lujo que podía permitirse un millonario. «La bañadera de oro pensó . Tengo allá mi tina de oro.»
El antiguo millonario sobrellevaba con dignidad su desgracia. Era un hombre de cincuenta años, más bien bajo que alto, la nariz aguileña y la barba canosa. En medio de una existencia ruda conservaba su primitiva educación. Sus maneras delataban á la persona nacida en un ambiente social muy superior al que ahora le rodeaba.
Y contempló con asombro al millonario devorando un pedazo de pan y un triángulo de queso, lo único que pudo encontrar en su vivienda.
¡Cuán lejanas le parecían ahora las luchas sostenidas hasta un mes antes!... El millonario experimentó una gran sorpresa al ver cómo el sacerdote, saliendo de su casa para entrar en la iglesia, saludaba al pasar al alcalde con una sonrisa amistosa. Después de largos años de mutismo hostil se habían encontrado en la tarde del 1.º de Agosto al pie de la torre de la iglesia.
El único libro que estaba entre los papeles de la mesa de trabajo, dorado y con broches, cual un devocionario elegante, era el Yacht Register de más reciente publicación, como si el millonario encadenado por sus negocios, se consolase siguiendo con el pensamiento á los potentados de la tierra que más dichosos que él, podían vagar por los mares.
Sus contemporáneos acusaron a Amat de poca pureza en el manejo de los fondos públicos, y daban por prueba de su acusación que vino de Chile con pequeña fortuna y que, a pesar de lo mucho que derrochó con la Perricholi, que gastaba un lujo insultante, salió del mando millonario.
Al fijarse Urquiola en el libro que asomaba á un bolsillo del millonario, habló del mérito de la obra. ¿Le gusta á usted, tío? ¿Verdad que es muy profunda? Pues el segundo tomo todavía es mejor. Y antes de que el tío pudiera contestar, Urquiola se dirigió á Aresti, como si sólo por él hubiese hablado del libro.
Cuando volvió el criado con una gran bandeja llena de platos y coberteras brillantes, la atmósfera del despacho era más densa. El millonario seguía fumando, inmóvil en su sillón, con la vista vaga y como perdida en un punto lejano, muy lejano. Apenas tocó los platos que el criado colocaba sobre una mesa.
¡Estás loco! exclamó Sánchez Morueta riendo. Por eso te ponen esa fama de hombre que tiene cosas. Si te tomase en serio, habría para sentir horror por lo que dices. Aresti se encogió de hombros. Pero ven acá, mediquillo chiflado continuó el millonario. Reconozco que esa gente es tan nociva y tan peligrosa como tú dices.
Palabra del Dia
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