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Actualizado: 1 de junio de 2025
Con los zapatos llenos de polvo, llevando en las manos dos ramas de naranjo cargadas de bolas de oro que esparcían fresco perfume, pasó como un hombre satisfecho de la vida ante los revisores y dependientes de Consumos que vigilaban la puerta, y corrió a la calle de Gracia, metiéndose en la escalerilla con un arranque de audacia que a él mismo le causaba asombro.
Una señora muy hermosa y muy elegante el joven apoyó con su admiración estos detalles acababa de llegar en un bote, y sin pedir permiso había subido la escala, metiéndose en el buque como si fuese su vivienda propia. A Tòni le dió un vuelco el corazón.
Pepe se la quitó de las manos, le sujetó fuertemente metiéndose la cabeza del agresor entre las piernas, y por castigo le descosió con el cuchillejo la costura trasera del pantalón, dándole luego en lo que el sol ni el agua vieron jamás, unos cuantos azotes: después le devolvió tranquilamente la navajilla, diciendo: «Toma, boceras; eso no sirve más que pá partir pan.» A las horas de trabajo era modelo de laboriosidad: cuando llegaba el momento de hacer diabluras, era de la piel de los demonios.
Más que pasar la vida sentado en una silla metiéndose con todo el que pasa, le estaría mejor ocuparse en sus labores... Pero como está usted ocioso, bien comido y bien bebido, salta y brinca como el ganado cuando tiene lleno el pesebre. ¡Ah, Cristo, si usted majara terrones como en otro tiempo, qué poco se cuidaría de los que van á su trabajo!...
Desde allí dirigiéronse a la estación del tranvía, y metiéndose en el primero que salió, regresaron en pocos minutos a Madrid, no muy contentos del resultado de aquella famosa salida antropológica. Durante año y medio Mario desempeñó atentamente cuantos trabajos le encomendaba su amigo y protector Rivera. Mas no se despidió por eso de su antigua afición a la escultura.
Metiéndose en el macizo de las cañas que lo circundaban, observó en qué situación se hallaban colocados y se aproximó buscándoles la espalda. Las primeras palabras que oyó le dejaron yerto. ¡Pero si ya está arreglado! exclamaba el marquesito. Lo que está arreglado se desarregla y lo que está hecho se deshace respondía Visita. Una ola de sangre subió al rostro de Tristán. Estuvo a punto de caer.
Al principio, las figuras groseras y mal pergeñadas representaron escenas de la vida privada, murmuraraciones de vecinos; pero después la sátira se remontó, metiéndose de rondón en la política, y las fallas se convirtieron en burlas al gobierno y caricaturas de la autoridad. Las niñas de doña: Manuela despreciaban la fiesta que se preparaba.
Metiéndose bajo la camilla escarbó doña Manuela el brasero, arropó el rescoldo y, designando luego el puesto que había de ocupar cada cual en la cena, dijo: Tú aquí, papá donde siempre, a su lado Pepe, luego yo, y Millán junto a tí; ¿te parece bien? Leocadia, ocupada en sacar del aparador una botella de tinto y otra de Rueda, blanco, hizo como si no hubiese oído.
De pronto, El Dragón se detuvo y se puso a oscilar. Parecía un animal moribundo. La proa fué hundiéndose, hundiéndose ... hasta desaparecer en las aguas, y la popa se levantó en el aire. Luego la popa fué bajando y metiéndose en el mar y se formaron torbellinos y grandes olas encima. Las velas fueron desapareciendo majestuosamente y no quedó ni rastro de El Dragón.
Del un fuerte los nuestros han salido, Metiéndose en un grande y alto mato: Los ingleses al fuerte han acudido, Del otro fuerte vienen al rebato, Del mato vuelven ya con alarido; Duró la cruda guerra grande rato, Cayendo los ingleses luteranos Sin muerte, ni herida de cristianos.
Palabra del Dia
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