Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 12 de junio de 2025


En una de las esquinas de la pieza, ocupando a lo sumo un espacio de metro y medio cuadrado, un joven suizo había instalado su vidriera y su mesita de relojero. Más de una vez tuve el impulso de ir a conversar con el pobre relojero; pero a mi vez, estaba tan nervioso e irascible, que acabé por fastidiarme hasta del infeliz que tenía delante.

Era un desayuno de hirviente sangre humana, y yo no podía olvidar que la sangre humana tarda mucho en enfriarse. Esperando pues que se enfriara el desayuno, me lo pasé todo el día en cama. Felizmente tenía caramelos de goma en la mesita de luz, porque estaba muy resfriado. Tan resfriado que la respiración se me había detenido por completo.

Un rugido de trompetería guerrera saludó desde el antecomedor el final del brindis, y los criados reanudaron apresuradamente el servicio. Aquí ya no dan más dijo Maltrana después de los postres . Subamos al jardín de invierno a tomar el café. Ocuparon los dos amigos una mesita inmediata a una de las puertas.

Cubría las paredes rico damasco verde con el tono del mirto; los muebles, tapizados de brocatel algo más claro, eran de hechura antigua; la alfombra gruesa y casi blanca: del techo pendía una enorme araña de cristal con muchos colgajillos prismáticos y, bajo ella, sobre una mesita de mosaico, se veían varios libros ricamente encuadernados, reflejándose todo en grandes espejos con marcos de hojarasca dorada.

Bajo su sombrajo, sobre una mesita, tenía varios botes de cristal con azucarillos y otros dulces, ennegrecidos y acartonados por el tiempo.

El amplio ventanal tenía las vidrieras abiertas; los huecos sobre el patio interior estaban abiertos igualmente; una brisa continua hacía palpitar las cortinas, balanceando los faroles antiguos, las banderas apolilladas y otros adornos del estudio romántico. Tomaron asiento en torno de una mesita, junto al ventanal, lejos de las luces que iluminaban un extremo de la amplia pieza.

«Casi deseo sufrir alguna indisposición para verle asentado a mi cabecera, para oírle narrar las historias con que me distrae, para verle ir de aquí para allá en el cuarto, preparar la medicinas, acercar la mesita a mi cama, quitar a Julia todas las cosas de las manos y hacerlo él mismo todo, ¡mejor que sor Ana!...

Ignoraba el P. Camorra que sobre la mesita se jugaba el desenvolvimiento intelectual de los filipinos, la enseñanza del castellano, y á haberlo sabido, acaso con alegría hubiera tomado parte en el juego. Al traves del balcon abierto en todo su largo, entraba la brisa, fresca y pura, y se descubría el lago cuyas aguas murmuraban dulcemente al pié del edificio como rindiendo homenaje.

¡Menúa jumera nos prepara el señorito! decía riendo como un patriarca. De la gran cena en medio de la explanado, lo que más atrajo la admiración de la gente, fue el vino. Comían de pie hombres y mujeres, y al tener en la mano el vaso lleno, avanzaban hasta una mesita ocupada por el señorito, el capataz y su hija, a la que daban luz dos candiles.

Un crucifijo de madera negra pendía de su cabecera. Cerca de la cama una mesita cubierta de libros piadosos y con algunos ramos benditos ya casi secos, adosados contra la pared. Al ruido que yo hice al entrar se volvió hacia y me dirigió una sonrisa. «¿Es usted me dijo , mi querido Gastón?

Palabra del Dia

rigoleto

Otros Mirando