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Apunto este pormenor para dar a entender que quienes se alojaban en las colonias gozaban consiguientemente de mayor libertad, especialmente de noche, que los de la metrópoli. En las horas nocturnas, tales calles y callejuelas eran por aquellos tiempos lonja de contratación pública de mercenarios deleites y lugar asiduo de feas prostitutas y chulos marchosos.

Estos soldados mercenarios de la inteligencia lo tachaban por eso de hipócrita, lo que aumentaba la palidez de Juan Jerez, sin arrancar de sus labios una queja.

La ciudad era la urbe del tiempo romano, rodeada de leguas y más leguas de terreno, sin un pueblo, sin una aldea; sin otras aglomeraciones de vida que los cortijos, con sus siervos del jornal, mercenarios de la miseria, que se veían reemplazados apenas los debilitaba la vejez o la fatiga; más tristes que el antiguo esclavo, que al menos veía seguros hasta su muerte el techo y el pan.

En , cada caricia un poco tierna ha ido siempre precedida de una petición de dinero, una deuda que pagar, una joven que dotar, un sobrino que establecer... «Hija mía, debías decir a tu tío...» ¡Oh! ya conocía la fórmula... Por eso mi corazón de niña, ávido de entregarse, se moría de asco; no he querido ya alrededor de más que mercenarios declarados, con los cuales, al menos, no me llevaba chasco. ¡Es triste!

Primero los cuidados mercenarios del ama, luego la hipocresía del convento, después la inútil compañía de un aya extranjera, más tarde la libertad de los salones, las emociones del teatro, la tentación por el espectáculo del mal.... Y rara vez, interrumpió el cura, el ejemplo de la virtud. Felizmente Josefina es una de esas naturalezas que repugnan instintivamente lo torpe.

Vivía como los lasquenetes mercenarios condenados a la muerte, que, en unas cuantas noches de orgía pantagruélica, devoraban el precio de su sangre.

El pueblo gemía agobiado por enormes tributos y vejado y humillado por la guardia personal del príncipe, compuesta de mercenarios eslavos, de eunucos negros y de tres mil muzárabes andaluces. Una reyerta entre gente del pueblo y varios cobradores de tributos, sostenidos por hombres de la guardia del rey, promovió un motín que fue sofocado mientras que Alhakem estaba de caza.

Durante algunos siglos ese pueblo ha ofrecido al mundo un extraño contraste: miéntras que defendia con ardor su libertad é independencia, daba el escándalo infamante de sus capitulaciones y enganches para suministrar regimientos de mercenarios á casi todos los tiranos ó déspotas de Europa.

La fundación del Convento de Religiosos Mercenarios, es casi tan antigua como su instituto: los Reyes de Aragón ayudaron mucho al patriarca en esta empresa en la época precisamente en que el Rey D. Alonso II había creado en Teruel la orden militar llamada del Redentor, que por la semejanza en sus objetos fue una imagen de este instituto; y este establecimiento que aquí tuvo su origen y centro, fue posteriormente incorporado a la compañía de los caballeros de San Jorge de Alfambra y en la Iglesia parroquial de San Miguel de Teruel, consérvase una capilla y altar antiquísimo que pertenecía a dicha orden.

Si en los últimos diez años se ha visto á los mercenarios suizos saqueando a Peruza, como soldados del Papa, y defendiendo con atrocidades la causa de los Borbones de Nápoles, debe recordarse tambien, en honor del radicalismo helvético, que las asambleas y el gobierno de la Confederacion han adoptado en esta época medidas enérgicas para poner término al mercenarismo.