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Actualizado: 15 de julio de 2025
El Miserere de Eslava esparcía sus alegres melodías italianas en este ambiente terrorífico de sombra y misterio.
La vieja jardinera le proporcionaba labores, y el ruido del pespunte sonaba en la antigua habitación, mezclándose muchas veces con las melodías del armónium del maestro de capilla. El Vara de palo pasaba por su casa como una sombra. Permanecía en la catedral o en el claustro bajo, no subiendo a su habitación más que en casos de necesidad.
Es allí donde está la casita, las sendas, los ribazos donde he tenido los sueños más felices. El aspecto de las montañas, cuando el ganado aterido de frío baja a la llanura. Los espinos, el viento, la hierba seca, tienen íntimas melodías, que sólo el alma comprende.
Un coro central en mala hora concebido, interrumpe el cuerpo del edificio, quitándole mucho de su majestad, y, exceptuando algunos relieves de un hermoso frontispicio-altar do mármoles soberbios, solo llama la atencion por sus dos órganos colosales, cuyos tubos parecen querer penetrar la techumbre para lanzar al cielo sus solemnes melodías.
Y esta poesía singular os penetra en lo más íntimo del alma, por contraste con la aspereza de esas figuras endurecidas, como quien, ante vosotros, inesperadamente, arrancase de un tosco instrumento las más suaves y tiernas melodías. Durante muchos años BRET HARTE esparció estas perlas de su talento en las revistas americanas, especialmente en el Overland Monthly, por él mismo editada.
Freya rió de la belleza típica del ostricario y las miradas ardientes que dirigía por costumbre á todas las damas que entraban en el establecimiento... Un verdadero hallazgo para una viajera ansiosa de aventuras con color local. En el fondo, una pequeña orquesta acompañaba la voz de un tenor, ó sonaba sola, estirando las melodías, amplificando los compases con napolitana exageración.
Buscaba a uno de sus tíos, apodado el Ingeniero, el cual, según noticias, aunque retirado de los negocios, colocaba allí su tenderete todos los domingos. En el otro extremo de la plaza sonaba como un quejido la música de un órgano. Las melodías gangosas llegaban a jirones hasta Maltrana cuando se hacía un corto silencio en el vocear de los vendedores.
Movía su látigo lo mismo que una caña de pescar sobre la enhiesta pluma, excitando la marcha del caballo con un alarido profesional... Y como si su grito figurase entre las más dulces melodías, continuó diciendo, por una asociación de ideas: En la fiesta de Piedigrotta se daban á conocer, siendo yo mozo, las mejores canciones del año.
Tan turbada como yo, intentó distraerme cantando una de esas melodías que tantas veces habían encantado nuestras veladas. Era ¡podría olvidarlo jamás! Era así: «Clara y Paulino veían transcurrir apaciblemente sus días, y veían florecer su juventud y sus amores. Nada, en apariencia, podía separarlos, y se aproximaba el acontecimiento alimentado por su esperanza.
Ni la verán ciñendo su alba frente de sampagas, al brillo refulgente de sus ojos obscuros y sombríos. Bella mujer, que en los felices días, como la flor que aroma los vergeles, endulzaras la vida con las mieles de tus eternas y mansas alegrías; Dieron solaz las dulces melodías de tu garganta a los proscriptos fieles, y gozó la fragancia de claveles que de tu dulce cuerpo despedías.
Palabra del Dia
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