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Actualizado: 18 de noviembre de 2025


E acabada de coronar la dicha Reina mui afrentada de vergüenza, el Rey por le hacer solemnidad, armó caballeros á Pedro Garcia de Medina su escribano de cámara &c.» Al regreso de la Reina á la ALJAFERÍA hubo los festejos que en la coronacion de su esposo; pero en la comida que se tuvo no se mencionan las invenciones que se emplearon en el banquete del Rey.

Sin tregua ni descanso trabajaré desde hoy por elevarte, por dignificarte, para sacar de ti el ser inocente y noble que mi cariño me ha dicho siempre que existe. Así habló el caballero de Medina. La joven escucha estas palabras con alegría y sus bellos ojos se nublan de lágrimas. Las lanchas bogaban apresuradamente hacia el puerto envueltas en rojizos resplandores.

La boca de la Nela, estéticamente hablando, era desabrida, fea; pero quizás podía merecer elogios, aplicándole el verso de Polo de Medina: «es tan linda su boca que no pide». En efecto; ni hablando, ni mirando, ni sonriendo revelaba aquella miserable el hábito degradante de la mendicidad callejera.

Referíanse con el mismo entusiasmo sus prodigios que sus gracejos, y todos se complacían en hablar llanamente de un ser que los ojos del alma veían ahora en la gloria del Paraíso. Grande injusticia ha sido llevarnos la gran reliquia de su cuerpo dijo Alonso de Valdivieso, al terminar la narración de una graciosa entrevista que tuvo con ella en Medina del Campo.

Ahora bien, entre todos los señoritos de Medina, el que había mostrado siempre menos afición á las fiestas y costumbres populares era Manolo Uceda.

Es razonable, por tanto, suponer, que hombres tan cultos y eruditos como el maestro Pedro de Medina, el Bachiller Peraza, el Ldo.

Después de algunos momentos de absoluto silencio, y pasada la hora de la primera azala, procédese á la conduccion del augusto cadáver al cementerio del alcázar: concédese entrada franca al pueblo que recibió de su rey en vida tantas pruebas de amor y de justicia, y entre los que corren presurosos á presenciar el solemne entierro formando apiñadas turbas, se mezclan y confunden el Egipcio de piel tostada, procedente de Beja ó de Lisboa, el Emeseno que olvida la tierra del Líbano por la de Sevilla ó Niebla, el Palestino, descendiente de Filisteos, que habita en Medina Sidonia ó en Algeciras, el Persa de voluminoso turbante arraigado en la antigua Julia , el Asirio morador de la montuosa Elvira, el Kinserita que disfruta las minas y los pastos de Jaen, y el Damasceno que goza las preeminencias de Cortesano; sobresalen por sus ricos trages y por el privilegio de llevar el cabello largo recogido á un lado, los Cadíes de la capital y sus aledaños, distínguense los turbantes amarillos de muchos Judíos, y llaman la atencion por los lineamientos de sus bermejos semblantes no pocos Españoles de orígen godo, que habiendo nacido en la grey de Cristo, renegaron ¡oh mengua! de su religion, y seducidos por el interés sirven como mulados en el ejército musulman.

Pero como si el tren de Salamanca hubiera estado aguardando á que nos fuese grata la permanencia en la Estación de Medina para decir «¡Vámonos!», la campanilla, y el pito, y las voces de los empleados nos sacaron en esto de la contemplación de tan venerables ruinas y de sus grandes recuerdos históricos, obligándonos á correr más que aprisa hacia el andén, del cual nos habíamos alejado insensiblemente.

Y añadió al cabo de un instante: Pidamos á Dios, Manolo, que los saque de esta noche en paz... Padre nuestro que estás en los cielos... El caballero de Medina respondió á la oración quitándose el sombrero. Mientras murmuraba el Padre nuestro, su pensamiento cantaba alabanzas á Soledad, «¡Tiene un corazón excelente! El día que adquiera juicio será una mujer adorable

Sin embargo, la hora de levar anclas se iba acercando y el capitán se había apartado de la mesa y andaba de un lado á otro dando órdenes. Los marineros comenzaban á moverse ejecutando las maniobras preventivas. Soledad y Manolo se habían aproximado y charlaban un poco retirados de los demás. El caballero de Medina la embromaba suponiendo que estaba triste y que hacía esfuerzos por ocultarlo.

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