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Actualizado: 16 de mayo de 2025


Una de ellas leía de corrido; la otra no, y en cuanto a conocimientos del mundo, fácilmente se comprende que no carecería de algunos rudimentos quien vivía entre risueño coro de ninfas de distintas edades y procedencias, ocupadas en un trabajo mecánico y con boca libre. Mariuca y Pepina eran muy apechugadas, muy derechas, fuertes y erguidas como amazonas.

Arrojó otra piedra, y luego otra, persiguiendo de este modo al terrible pez mecánico que daba vueltas en torno á su bote. Sintió un escalofrío de angustia al darse cuenta de que sólo le quedaba un pedazo de roca como último proyectil, y lo arrojó con toda la fuerza de su desesperación, casi sin mirar, confiándose al instinto y á la suerte.

Un historiador moderno, al tratar este asunto, escribe: «Que aunque se dice de Valencia que por acuerdo del Consejo general en 16 de Julio de 1378 se encargó un reloj de torre á cierto mecánico extranjero de paso por la ciudad, sólo consta que en 1403 y en 12 de Febrero resolvió aquel municipio labrar una campana, y que batiesen las horas dos servidores asalariados á este propósito

Es un juego rutinario y mecánico. ¿De dónde sale usted que no lo sabe? Yo repuse ingenuamente: Vengo de Venado-Tuerto. ¡Ah, comprendo! agregó Villalba. ¡En Venado-Tuerto lo jugará hasta el cura! Cierto... Mi amigo lanzó una franca carcajada, diciéndome: ¡Y nos viene usted con la moda de Venado-Tuerto! Nada repliqué, más confuso que fastidiado...

Qué fuerzas forman, impulsan, guían la onda, es aún cuestión ardua; pero aquel avance mecánico de esa faja líquida que viene rodando en la llanura y que, al sentir la proximidad de la arena, gira sobre misma como un cilindro alrededor de un eje, es un fenómeno admirable. Al reventar, un mar de espuma se desprende de su cúspide y cae bullicioso y revuelto como el caudal de una catarata.

Evoca una visión reciente: su llegada á Monte-Carlo después de haber vivido mucho tiempo en un hospital. Al bajar del tren, Toledo examina con emoción el brazo mecánico que disimula imperfectamente el brazo amputado. Ha sufrido varios meses las consecuencias de una herida fatal y estúpida, recibida sin gloria pocos días antes del armisticio.

Ese espectáculo de las olas, tan pronto tranquilas en su marcha como lanzadas a la carrera en un furioso galope, tiene, a pesar de su monotonía, un inexplicable interés. Es un líquido cargado de sales, movido por el viento con un ritmo mecánico en su circulación, y, sin embargo, da la impresión de una fuerza espiritual de algo infinito.

Y movida del mismo impulso mecánico, la señora de Rubín corrió al balcón de la sala, y abrió quedamente la madera... En efecto, le vio atravesar la calle y doblar la esquina de la de Don Juan de Austria. Tampoco había mirado para los balcones de la casa, como es natural mire el chasqueado expugnador de una plaza, al retirarse de sus muros.

Otras veces la entretenía con juegos de prestidigitación, en que era un poco inteligente. O bien jugaban ambos a los naipes con extraordinaria atención o empeño, como si disputasen algo de provecho. O bien bailaban al son de algún piano mecánico que se paraba en las cercanías de la casa. Poníanse a comer confites y hacían apuestas a quien engullía más.

Sólo los iniciados en mi ciencia oculta se entienden ya y se hablan desde muy lejos, sin aparato alguno físico ni mecánico, sino por el arte y la fuerza del alma. El hermano Tiburcio, irá pues contigo también, para que se entienda conmigo y me informe de todo.

Palabra del Dia

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