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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Merecen una visita los alrededores, y en especial el famoso sitio de recreo, llamado Schleissheim: dista media legua de la ciudad, y en él se conserva una preciosa coleccion de cuadros, entre cuyas firmas ilustres están Van-Dyck, Rubens, Tintoreto y otros privilegiados artistas. Las principales plazas de Munich son las de Maximiliano, José, Odeon, Panaderos y otras dos cuyos nombres no recuerdo.

No pudo entretenerse en contar su tesoro, porque entró doña Lupe, dirigiéndose inmediatamente a la cocina. Maximiliano se paseaba en su cuarto esperando que le llamasen a comer, y hacía cálculos mentales sobre aquella desconocida suma que tanto le pesaba. «Mucho debe de ser, pero mucho calculaba ; porque en tal tiempo eché un dobloncito de cuatro, y en cual tiempo otro.

Yo también dijo Maximiliano de una manera siniestra , te he comprado a ti esta tarde un regalito... Mira. Alargó el brazo para sacar de debajo de la mesa algo que ocultó al entrar. Era un objeto envuelto en papeles, que descubrió lentamente, cuando ella se inclinaba risueña para verlo. «¿A ver... qué es?... ¡Ay!, un revólver...».

Miró después la cómoda, el baúl y las botas que sobre él estaban, sus propios pies cortados, pero dispuestos a andar. Un movimiento de alegría y la animación de la cara indicaron que Maximiliano había atrapado la idea. Bien lo decía él: con aquellas cosas se había vuelto de repente hombre de talento. Levantose, y cogiendo una bota salió y fue a la cocina, donde estaba Papitos cantando.

Los primeros años de esta vida pasó la señora grandes apuros, porque los réditos, aun con ser tan crecidos, no le bastaban al sostenimiento de su casa. Pero a fuerza de orden y economía fue saliendo adelante, y aun hizo verdaderos milagros atendiendo a las medicinas que Maximiliano necesitaba y a los considerables gastos de su carrera. Quería mucho a su sobrino y se afanaba porque nada le faltara.

Tras el café vinieron las incitantes copas, y también les hizo escrúpulos el profesor; no así el modelo, que se llenó el cuerpo de ron hasta que ya no podía más, sin que por eso se perturbase su sólida cabeza, que debía de ser un alambique. Mientras comían, vieron pasar a Maximiliano Rubín, que salía del café; pero como él no aparentó verlos, no le dijeron nada.

Pues ahí era nada: Maximiliano había comprado un revólver... ¿pero quién diablos le dio el dinero? Descubriolo la señora por una casualidad... Le dio el olor, al verle entrar con un bulto entre papeles. Lo peor del caso fue que no pudo quitárselo.

Papitos se puso a picar la escarola, sin dejar de hacer visajes. «Y yo le diré replicó , yo le diré lo que hace... el muy trapisondista...». Maximiliano se estremeció. «Tonta, ¿qué es lo que yo hago?...» dijo sorteando su turbación. Encerrarse en su cuarto, ¡ay olé! ¡ay olé!... para que nadie le vea; pero yo le he visto por el agujero de la llave... ¡ay olé! ¡ay olé!... ¿Qué?

Cuando el séquito del emperador, compuesto en su mayoría de extranjeros, se solazaba en ocasiones solemnes con los espectáculos dramáticos, se elegían siempre para este objeto piezas escritas en idiomas extraños, como sucedió en el año de 1548 en las bodas de la infanta doña María con el archiduque Maximiliano, en Valladolid, en cuya celebridad, según refiere un historiador, se representó una comedia del Ariosto .

Nicolás era desgarbado, vulgarote, la cara encendida y agujereada como un cedazo a causa de la viruela, y tan peludo, que le salían mechones por la nariz y por las orejas. Maximiliano era raquítico, de naturaleza pobre y linfática, absolutamente privado de gracias personales. Como que había nacido de siete meses y luego se le criaron con biberón y con una cabra.

Palabra del Dia

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