Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de junio de 2025
Ojeda la vio venir hacia él pasando ante el grupo que formaban el barón y sus amigos en la terraza del fumadero. Todos la consideraron con indiferencia, y ni siquiera volvieron los ojos para seguirla mientras se alejaba. La atención era para el héroe, que, con el carrillo hinchado, relataba por cuarta vez cierto desafío terrible en el que casi había matado a su rival.
La experiencia dio tan buenos resultados, que el pobre hombre, fuese dichoso, fuese desgraciado, había de dejar la vida en ella. Un suplicio prolongado lo mataba lentamente; la gracia que pedía lo hubiera matado de repente. Después de un verano de sufrimientos cotidianos, sus facultades intelectuales habían descendido sensiblemente.
Decíase que en cierta ocasión había disparado el revólver sobre unos muchachos que le dirigían en son de burla el reflejo de un espejo a los ojos; se había batido con una pistola cargada de arena y otra de pólvora, y había matado a su contrario. Fue íntimo amigo del Naranjero, el célebre bandido de Córdoba, y se hacía acompañar por él en sus cacerías por la sierra.
Cuenta usted cosas que le hacen á uno caerse de espaldas, con el tono de un caballero que está leyendo los carteles de los teatros... ¿Por qué cree usted que Jacobo de Freneuse no ha matado á Lea Peralli? Pues, sencillamente, porque Lea Peralli está viva. Esta vez Marenval se quedó aturdido.
Pues entonces, y mientras encontramos esa prueba, tanta razón tiene usted de insistir en su sospecha, como yo en volver a mi primera opinión. ¿Por qué? ¡Porque sí! ¡Yo vuelvo a creer que la Condesa se ha matado! ¿Después que ellos admiten la existencia del delito?
Parece mentira que yo esté tan fresco después de haberme creído con derecho a matar a un hombre, después de haberme ilusionado con la idea de cometer el crimen, concluyendo por renunciar a ello. Mi conciencia está hoy tan tranquila no habiendo matado, como firme y decidida estuvo cuando pensé matar... Entonces no veía a Dios en mí; ahora sí que le veo.
Los trabajadores han caído a miles en esta obra: cada kilómetro tiene al lado un cementerio; las fiebres de la tierra removida, los reptiles venenosos, los caimanes de las ciénagas, han matado más hombres que en una batalla.
Los indígenas aprecian mucho su carne, que, en el sabor, se asemeja a la de nuestros puercos monteses. ¿Lo habéis matado? preguntó Horn acercándose. Le he dado en la cabeza le contestó Cornelio. Cortemos un trozo de él, por lo pronto, y volvamos al lado del Capitán. ¿No se comerán las fieras el resto? Hay pocas fieras en Nueva Guinea, si es que hay algunas, señor Cornelio.
El ascensor marchaba admirablemente, y para demostrármelo, la portera me aseguró que tres días antes, aquella perfecta maquinaria había matado al inquilino del tercero. Por eso tenemos el piso libre añadió. La historia del piso no era muy seductora; pero un inquilino tiene que estar en Madrid dispuesto a todo. ¿Y cuánto renta el piso desocupado? inquirí.
Las tiraban del rabo, cogíanlas de las piernas, obligándolas á andar con las patas delanteras, las hacían rodar por los ribazos ó intentaban cabalgarlas colocándose de un salto sobre sus sucios vellones. Y los pobres animales en vano protestaban con tiernos balidos, pues no los oía el pastor, ocupado en relatar con fruición la agonía del último francés matado por él.
Palabra del Dia
Otros Mirando