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Actualizado: 22 de noviembre de 2025
Dios le había deparado sin duda aquel trance para probarla y darle de improviso, cuando más afligida estuviese, el alegrón de ganar el pleito y confundir a su implacable abuela. Pero donde la hallamos más en carácter es en aquel punto y hora en que echaba mano de su cualidad de idealizar las cosas para obtener los más dulces confortamientos. ¿No ennoblece el martirio a las criaturas?
XLIV, refiriendo la ocasion del martirio de las dos santas vírgenes Nunilo y Alodia, y al P. Roa en su Flos Sanctorum de Córdoba, copiando de S. Eulogio la breve memoria de los protomártires Adulfo y Juan. «Si algun cristiano entrare en la mezquita, ó dijere mal de Dios ó de Mahoma, tórnese moro, ó sea muerto,» decia el fuero de Coimbra.
Hay familias, pero yo apenas lo quiero creer, de quienes se asegura que, por no infringir dichas leyes y liturgias, hacen como que se van de viaje, y con discreto y económico disimulo se quedan aquí, en reclusión severísima, sufriendo este linaje de martirio, para tener propicia a la deidad a quien rinden culto, que es la Moda.
Tampoco cree que el día de la Asunción, en el momento de alzar en la misa mayor, todas las hojas de los árboles se unen de dos en dos para formar una cruz; las altas se doblan, las bajas se empinan, sin que ni una sola deje de hacerlo. Ni cree que el diez de agosto, día del martirio de San Lorenzo, que fue quemado en unas parrillas, en cavando la tierra, se halla carbón por todas partes.
Lo veremos... Hablemos claro. Posee usted ya el secreto de Beatriz; sabe usted que le ha amado mucho y que en lugar de haberle traicionado y sacrificado, como creía usted, ha sido ella, por el contrario, quien se impuso un verdadero martirio.
Era el único cristiano que habia consentido el rey Mohammed en este cargo, por la oficiosa diligencia con que habia cooperado á la publicacion de un célebre decreto del impío metropolitano anatematizando el martirio voluntario, y obligando á jurar á todos los mozárabes que no se presentarian á declarar su fé.
Luisa mira desde su balcon, y mi mujer y yo nos retiramos, porque á mi mujer le sucede lo propio que á mí: no tiene valor para sufrir con calma aquel triste saludo de un corazon despedazado, no tiene valor para contestar á Luisa con una mirada de compasion y de inteligencia, que querria decir: ¡pobre mujer! ya sé tu desgracia, tu martirio, tu culpa, tu deshonra.
En su firme deseo de suprimir el martirio del tiempo, de alejarse de una vida sin objeto inmediato, acabó por dormirse y despertó a media tarde, cuando el sol empezaba a descender lentamente, más allá de la línea de islotes, entre una lluvia de oro pálido que parecía dar a las aguas un azul más intenso y profundo. Al bajar a Can Mallorquí vio cerrada la alquería. ¡Nadie!
Jacinta estaba desesperada, y en los ratos que podía cambiar una palabrita con su suegra, esta poníale una cara muy desconsolada, diciéndole: «Mal negocio, hija, mal negocio». Por la noche, comensales otra vez, y luego tertulia y mucha gente. Hasta las doce duró aquel martirio. Se marcharon al fin uno a uno.
Al que infame, cobarde y miserable Deserta su defensa inimitable Le estampa el sello ardiente del traidor, Y teje siempre-viva y mustio lirio Para ceñir coronas de martirio Al que le dé su vida en oblacion.
Palabra del Dia
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