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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Le conozco hace mucho tiempo... le he querido siempre. ¡Ah! ya... la historia vieja... perfectamente dijo el cura, cuyo amor propio se erguía al encontrar un medio de aparecer previsor . Eso ya me lo temía yo. ¡El amorcito primero...! ¿No lo dije, no se lo dije a usted? Por ahí está el peligro. He visto muchos casos. Bueno. ¿Y ese pelafustán es el de marras?

De todo había en su nueva esfera de acción, especialmente de zozobras é inquietudes, dándoselas, y no flojas, la mala traducción que sus obras hallaban en el almacén de marras, único punto adonde él se atrevía á llevarlas, porque en la población del centro seguro estaba él de que no pasaban.

Pero si se te ocurriera ahora ir allí á visitarle, en vano preguntarías por el Inspector de marras. La necesidad de reformas y cambios motivada por la política, barrió con su empleo, y un sucesor más meritorio se ha hecho cargo de su dignidad, y también de sus emolumentos.

Amén añadió el pescador de marras, presentándose en la sala con una gran jarra de aguardiente y un vaso en una mano, un plato lleno de queso en la otra, y un guardia civil ... ó pan de seis libras, debajo del brazo.

Su vida era muy metódica; no se le permitía leer nada, ni él lo intentaba tampoco, y siempre que iba a la calle, doña Lupe le fijaba la hora a que había de volver. Ni una sola vez dejó de entrar a la hora que se le mandaba. Para que tales días se pareciesen más a los de marras, el único gusto del joven era pasear por las calles sin rumbo fijo, a la ventura, observando y pensando.

Y llevándose la mano al seno, sacó rápidamente una navaja de grandes dimensiones, la navaja de marras. Pero en aquel instante las manos del agente la sujetaron por detrás, D. Laureano retrocedió más pálido que la cera. Déjenme ustedes que saque las tripas a ese infame gritaba la chula tratando de desasirse. Pero al volver la cabeza para ver quién la sujetaba, quedose repentinamente inmóvil.

Su amabilidad, su distinción no habían cambiado nada; pero algo observó Rosalía desde el principio de la visita, que le hubo de parecer tan extraño como desconsolador. Ella había creído que Pez, desde el primer momento, se mostraría tan vivo de genio como el día de marras, y en esto se llevó un solemne chasco.

Fortunata contestó que , sin comprender lo que quería decir de marras. «Y ese ha sido el miserable que abusando de su fuerza maltrató al pobre Maxi, débil y enfermizo... ¡Ay, mundo amargo!».

Que no nos venga aquí echándosela de plancheta con su neísmo». En suma, que mi hombre se veía más respetado y considerado desde que se las tuvo tiesas con su tía la mañana de marras.

serías el primero en negar la verosimilitud de esta última transformación del abacero de marras; y yo quiero que no se dude de la realidad de mis personajes, sobre todo cuando escribo historia pura. Conque ármate de paciencia, y escucha, que yo procuraré ser breve y hasta entretenido.

Palabra del Dia

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