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Actualizado: 24 de noviembre de 2025


4 sino el adorno interior del corazón sea sin corrupción, y de espíritu agradable, y pacífico, lo cual es de grande estima delante de Dios. 5 Porque así también se ataviaban en el tiempo antiguo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, siendo sujetas a sus maridos;

Hay maridos tranquilos, que tienen la piel dura... que no son muy aprensivos... Vamos, maridos sin vergüenza exclamó Rosa León. Los comensales rieron y la condesa también. A esta clase de maridos no se les hace ningún daño. Pero hay otros susceptibles, de una sensibilidad exquisita y a éstos una falta que en misma tiene tan poco valor puede herirles de muerte.

Su voz lloraba al hacer estas evocaciones. Pero ¿y tu marido? preguntó Miguel. Entonces nos separamos. El podía tolerar en silencio mis amores, podía fingir no verlos... ¡pero un hijo que no era suyo!... Recordó la actitud digna, á su modo, del duque de Delille. Su familia abundaba en maridos engañados: casi era esto una tradición de nobleza, una distinción histórica.

Usase entre ellos vender los padres á las hijas, los maridos á las mugeres, y algunas veces los hermanos á las hermanas; y el valor de una india es una camiseta ó cuchillo, ó hocecilla, ó cosa semejante. Comen carne, aunque sea humana, si pueden adquirirla. Matan á los cautivos en guerra, sean hombres ó mugeres, mozos ó viejos, y los asesinan como nosotros los puercos.

ESCIPIÓN. ¡De ningún modo! ¡Qué pesadez, Dios mío! ¡Marchaos y no temáis nada! CLEOPATRA. Muy bien; ¿pero nos llevaréis en brazos? ESCIPIÓN. ¿Cómo? CLEOPATRA. ¿No comprendéis? Pues es muy sencillo: ya que nos habéis traído aquí, debéis ahora llevarnos junto a nuestros maridos. La distancia es muy larga, y no podemos ir a pie.

Los varones, divididos en grupos, según las Facultades á que pertenecían sus maridos hembras, hablaban mal de los del grupo de enfrente. La esposa de un profesor de leyes provocaba cierto escándalo.

Al apercibir a Jacobo esparciose por su semblante esa sonrisa plena que las mujeres reservan para sus hijos o sus amantes, y que los maridos ven raras veces. Aquella sonrisa bastó para tranquilizar a Jacobo y convencerle de que ningún ruido había llegado a los oídos de Juana.

Y las noches que se queda en casa muy pocas yo por qué se queda. ¡Ah, le conozco! Pero casi siempre se marcha. ¿Y a dónde va? Dice que al Jockey; pero ¡quién sabe a dónde irá! Y esto es lo que me mortifica y me desespera. ¿Pero no tienes medios de saber si realmente va o no va al Jockey? ¿Para cuándo está el teléfono? El teléfono es el mejor fiscal de los maridos distraídos en devaneos.

A lo que tengo miedo es a la vida... Todos se casan con ella al nacer, y a todos les sale p... Unos lo dicen como yo... Otros lo callan por vergüenza, como hacen la mayor parte de los maridos. ¿Y si Dios le condenase después de esta vida a eternos tormentos por haber blasfemado tanto? El moribundo sonrió con trabajo.

Honran á las mujeres con el título de señoras, y verdaderamente lo son, porque ellas mandan á sus maridos, y por su capricho se mudan de un lugar á otro; jamás ponen mano en las haciendas domésticas, sino que se sirven de sus maridos, aun para los ministerios más humildes.

Palabra del Dia

vengado

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