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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Suspensa algun tanto con estos sucesos la atencion por la parte de Chucuito, fué menester aplicarla hácia la de Azangaro y Lampa, cuyos indios con los de Carabaya se acercaron de nuevo á las alturas inmediatas á la villa, como á distancia de una legua, despues de un encuentro que tuvieron con los leales de Guaca, Atoro y Paucarcolla, reforzados con tres compañias de caballeria, y algunos fusileros, que marcharon con el objeto de impedir los robos de ganados, que egecutaban por todas partes, para reducir á la mayor necesidad posible el corto número de fieles vasallos que se contenian en el recinto de Puno.
Al ponerse la luna, en lo mas intempestivo de la noche, marcharon contra el pago de los Portugueses, avanzaron á cuatro casas, mataron dos negros, habièndose escapado en el bosque inmediato dos portugueses con sus mugeres, los que de allí fueron á la fortaleza á dar noticia del enemigo que los acometia: tambien quitaron al enemigo una partida de caballos que pasteaban en aquel mismo lugar, quedando muerto un Lorenzista.
Después dio un silbido prolongado, y todos los negros, habiendo vuelto a la tartana, retiraron el puente y marcharon a lo largo de las rocas que formaban el borde opuesto del canal. El condenado permaneció en la playa, montado sobre su fiel Iscar.
Acompañados del Padre jesuita Juan de Soto, que desempeñaba el cargo de cirujano, marcharon pues solícitos los naturales de Santa-Cruz contra los enemigos de los Moxos, y no tardaron en regresar triunfantes.
Entonces Hullin volvió tranquilamente a la granja, hablando con Nickel Bentz. El doctor Lorquin iba detrás, seguido de Plutón, y los restantes espectadores se marcharon cada uno a su sitio, alrededor de las hogueras del vivaque.
Echó a correr hacia la salida, como si quisiera evitar las explicaciones de Maltrana, y éste la siguió. Cerca de la verja, los dos acortaron el paso y marcharon unidos, con rostro grave, como si saliesen tristes de su visita a las tumbas.
Habían ocurrido por otro lado riñas y muertes entre moros y soldados, y llegaban nuevas de armamentos en Constantinopla. Con su vista había reclamado el gran Maestre de Malta el regreso de las galeras y gente que necesitaba para la defensa de la isla: marcharon el 8 de abril. El Virrey de Nápoles reclamaba también la infantería con urgencia, influyendo todo en la terminación de la campaña.
El gaucho estaba muy sobre sí, ansioso de satisfacer su rabia y confiando en su destreza en las armas. Ambos ya en el sitio y con la pistola en la mano, marcharon el uno contra el otro. Inseguro Arturito de su puntería, no quiso disparar hasta llegar a la raya que se le había marcado. El gaucho, más seguro, disparó al dar el quinto paso.
Palabra del Dia
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