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Actualizado: 10 de mayo de 2025
¿Recuerda el lector que he copiado de un manuscrito que Facundo nunca se confesaba, ni oía misa, ni rezaba, y que él mismo decía que no creía en nada? Pues bien: el espíritu de partido aconsejó a un célebre predicador llamarlo el Enviado de Dios e inducir a la muchedumbre a seguir sus banderas.
Felipe IV, nacido el 8 de abril de 1605, representó, á la edad de nueve años, una comedia en la corte de su padre, según se cuenta en un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid. «Luis Cabrera de Córdoba. Relacion de las cosas sucedidas, principalmente en la corte, desde el año 1599 hasta el de 1614.»
Entre éstos, Quesada, el más notable, recogió las principales leyendas, y aunque desgraciadamente su manuscrito se perdió, los historiadores primitivos del nuevo reino de Granada las han conservado salvándolas del olvido.
Es capaz de estar un poquito enamorada. Por eso pelean". Carmen suspendió la lectura para protestar vivamente. ¡Qué desatino! No lo creas, Adriana, no lo creas. En todo caso a ella, tal vez, en aquel tiempo, le gustaba Julio. Adriana suspiró y la obligó a continuar, volviendo otra hoja del manuscrito. En su cara había cada vez más ansiedad, más angustia.
Ya le tenemos sentado sobre la mesa, con el manuscrito en la mano y alumbrado por el candilejo. El Doctrino y Javier se disputaban la causa con nuevo furor, y Lázaro, que estaba sentado en la silla, había cedido al cansancio, y apoyado en la misma cama, esperaba la primera escena de los Gracos.
Mas no por eso se crea que al compaginar esta novela, y al idear los motivos y pasiones que influyeron en los personajes que en ella figuran, me he ceñido servilmente á lo que reza la docena de páginas del antiguo manuscrito. Al contrario, me he tomado en ciertos puntos casi tanta libertad como si el asunto fuera enteramente de mi invención.
Y cuando los he visto abrazarse, con ojos risueños, y llorosos, entonces he llorado yo también. Su Gracia la Marquesita Florencia Albizzoni Vivaldi no existe ya...» Y el juez Ferpierre, deteniéndose, pues el manuscrito se interrumpía de nuevo, reconstruía con la imaginación lo que la narradora había callado.
Obedeció el interpelado, que era el secretario del conde, joven amable y distinguido, del cual se susurraba que podía ser acreedor a un título más íntimo; y, a la verdad, el paternal cariño que el conde le mostraba parecía justificar esta creencia. La palabra manuscrito originó un movimiento de impaciente curiosidad y todo el mundo se dispuso a escuchar con religiosa atención.
En el Museo Biblioteca de Ultramar, que tantas cosas útiles, tantos objetos valiosos para el estudio y conocimiento de nuestras colonias encierra, principalmente en lo que respecta al Archipiélago filipino, existe un manuscrito que por lo importante copiaremos á la letra.
Un manuscrito de la misma Biblioteca, fecho en 21 de marzo de 1643, lleva este epígrafe: «Auto famoso de la descensión de Nuestra Señora en la Santa Iglesia de Toledo cuando trujo la Casulla al gloriosísimo San Ildefonso. Compuesto por mi Señor y grande amigo M.º Joseph de Valdivieso que aya gloria y trasladado por mí el licenciado Francisco de Roxas.» ¿Sería éste nuestro Rojas?
Palabra del Dia
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