Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de mayo de 2025
Todo lo demás, ya lo he dicho otras veces, no es más que vanidad. Hay aquí una interrupción: el manuscrito no continúa. Aquella pobre madre ha hecho un viaje a París. He aquí la causa.
Está cayendo una copiosa nevada; aquí nos calentamos ante un fuego magnífico, y ustedes forman un auditorio muy de mi gusto; conque, prepárense a oírme. ¡Augusto! Ordene usted que cierren bien las puertas y tráigame aquel manuscrito que usted sabe.
He recobrado indudablemente la razón. Al entrar un hombre con mi comida me ha mirado con asombro, y me ha llamado: «señor duque.» ¡Con que ha muerto mi pobre tío! ¡Con que es verdad lo que dice ese manuscrito! ¿Quién sabe? He preguntado acerca de mí mismo, acerca de mi tío, y nada ha sabido contestarme el director del establecimiento. Un día me trajeron aquí porque estaba enteramente loco.
Un poeta bilbaíno que me quiso leer unos versos el otro día tuvo que buscar el manuscrito entre unas cuantas navieras que llevaba en la cartera. Afortunadamente, Bilbao está llamado a tener más dinero cada vez, y uno no puede imaginarse su porvenir más que en una visión gloriosa.
El primer drama que estrenó se titulaba «La Taberna», y fué estrepitosamente silbado por los estudiantes, enemigos del segundo Imperio: todo contribuyó al fracaso de la obra; hasta la circunstancia de apagarse el gas cuando comenzaba la escena más interesante... A pesar de lo ocurrido con «La Taberna» en el teatro Odeón, Carlos Desnoyers aceptó «Flor de Liana» para el Ambigú; pero Desnoyers fallecía poco después, y su sucesor perdió el manuscrito.
Después Su Majestad dijo que quería ver el decreto de la beneficencia que Feliú tenía preparado, porque estaba delante el obispo de León, y el Rey quería mostrárselo. Sacó del bolsillo su excelencia el manuscrito, y al mismo tiempo se le cayó un papel muy pequeño, sobre el cual Su Majestad, que es más ladino que Merlín, puso inmediatamente el pie.
Cerca de allí debajo del pavimento, hay tres algibes, que, según un manuscrito conservado en la Academia de la Historia, Colección del P. Traggia, tomo XIX, los comenzó a obrar en el año 1375, el Sr.
Cansado de tanto correr, durante los tres días, entró en el colegio, tomó la pluma, y enjaretó su famoso Discurso apologético macarrónico. A medida que iba escribiéndolo, leía trozos de él en los corrillos de estudiantes, y bien pronto la fama de aquellos graciosos dislates se extendió por San Isidro, llegó a oídos de los Padres, y estos pidieron el manuscrito 11.
En él se ocupa solamente de dos de ellos: uno de la lengua Ilocana que el autor encontró manuscrito en un libro de la Biblioteca Real de Paris y el otro de la lengua Tagala que lo copió de la obra de M. Thévenot .
No obstante las diferencias de edad, temían entrambas familias pudiera traer aquella simpatía consecuencias que no entraban en sus cálculos. Creíase, no sin razón, que el aire de los Alpes desvanecería aquella fantástica imaginación. Veamos el manuscrito. Aquellos pensamientos prudentísimos casi no existen en él: su imaginación se ocupa exclusivamente en buscar el bien para su hijo.
Palabra del Dia
Otros Mirando